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BETTE DAVIS

Nadie pudo hacerle sombra

 

 

 

 

 

 

 

Ruth Elizabeth Davis,  nació el 5 de abril de 1908 en Lowell, Massachusetts. Fue la primera hija de Ruth Augusta  y del abogado de patentes Harlow Morrell Davis. Su única hermana, Barbara, nació el 25 de octubre de 1909. La familia era protestante, con ascendencia inglesa, francesa y galesa. En 1915, los padres de Davis se separaron y las hermanas Betty y Bobby permanecieron en el internado Crestalban en Lanesborough, cerca de las montañas Berkshires, hasta que en 1921, Ruth se trasladó con sus hijas a Nueva York, donde trabajó como fotógrafa retratista. Betty decidió convertirse en actriz con el apoyo de su madre luego de ver a Rodolfo Valentino en Los cuatro jinetes del Apocalipsis y a Mary Pickford en Little Lord Fauntleroy por otra parte, decidió cambiar su apodo a «Bette» por el libro La prima Bette de Honoré de Balzac. A principios de la década de 1920, Davis asistió a la Cushing Academy, un internado en Ashburnham, Massachusetts, donde conoció a su futuro esposo, Harmon O. Nelson En 1926, asistió a la presentación de la obra El pato silvestre de Henrik Ibsen, con Blanche Yurka y Peg Entwistle. Según recordaría Davis más adelante, esa obra le inspiró el pleno compromiso con su carrera: «Antes de esa actuación, quería ser actriz. Después de la misma, tenía que ser una actriz  Realizó una audición para ser admitida en el Manhattan Civic Repertory de Eva Le Gallienne, pero fue rechazada porque Le Gallienne consideró que tenía una actitud «poco sincera y frívola». Sin embargo, estudió danza con Martha Graham y fue aceptada en la escuela de teatro de John Murray Anderson, donde fue compañera de Lucille Ball.

 

También participó en una audición para la compañía de teatro de George Cukor y, aunque no impresionó al director, obtuvo su primer papel remunerado por una estancia de una semana como una de las chicas del coro en la obra Broadway. Luego fue elegida para representar a Hedwig, el personaje que Davis había visto interpretar a Entwistle en El pato silvestre. Tras actuar en Filadelfia, Washington y Boston, debutó en Broadway en 1929 con Broken Dishes y continuó con Solid South. Un buscador de talentos de Universal Studios vio su actuación y la invitó a Hollywood para realizar una prueba de cámara. Después de aparecer en obras de teatro de Broadway, Davis se trasladó a Hollywood en 1930, donde sus primeros filmes para Universal Studios tuvieron poca aceptación. Se incorporó a Warner Bros. en 1932 y fortaleció su carrera con varias interpretaciones aclamadas por la crítica. En 1937, intentó liberarse de su contrato y aunque perdió un procedimiento legal muy publicitado, dio inicio al período más exitoso de su carrera. Hasta finales de los años cuarenta, fue una de las actrices del cine estadounidense más importantes, reconocida por su desenvolvimiento apasionado y decidido. Davis fue calificada como una perfeccionista que podía llegar a ser muy combativa y a menudo se hicieron públicos sus enfrentamientos con ejecutivos de los estudios, directores de cine y coprotagonistas. Su manera de ser frontal, su estilo vocal entrecortado y su cigarrillo ubicuo contribuyeron a forjar una imagen pública que a menudo fue imitada y satirizada.

 

 

 

 

Davis fue cofundadora de la Cantina de Hollywood8 y fue la primera mujer en ser presidente de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas. Obtuvo el premio de la Academia como Mejor Actriz en dos ocasiones y fue la primera persona en alcanzar diez nominaciones a los Óscar por sus actuaciones y en recibir el premio a la Trayectoria del American Film Institute. Su carrera pasó por varios períodos de declive y catástrofes personales. Casada en cuatro ocasiones —se divorció en tres de ellas y quedó viuda una vez—, crio a sus hijos prácticamente como madre soltera. Sus últimos años estuvieron caracterizados por un largo período de mala salud, pero continuó actuando hasta poco antes de su muerte por cáncer de mama, con más de 100 películas, ciclos televisivos y obras teatrales en su haber. En 1999, Davis fue seleccionada como la segunda mejor actriz de todos los tiempos en la lista del American Film Institute, solamente precedida por Katharine Hepburn.

 

 

 Davis y su madre viajaron en tren a Hollywood y arribaron el 13 de diciembre de 1930. Más tarde, recordó que le había sorprendido el hecho de que nadie del estudio hubiese ido a recogerla a la estación; en realidad, un empleado de la compañía sí había ido pero se fue porque no vio a nadie que «pareciese una actriz». Davis no aprobó su primera prueba de cámara pero participó en muchas otras dando la réplica a otros actores. En una entrevista de 1971 con Dick Cavett, relató la experiencia: «Yo era la más yanqui del este, la virgen más modesta que haya pisado la tierra. Me pusieron en un sofá, y ensayé con quince hombres... Todos ellos tenían que echarse sobre mí y darme un beso apasionado. ¡Oh!, pensé que iba a morir. Sólo pensé que moriría». Se le dispuso una segunda prueba para el filme La casa de la discordia (1931) donde, vestida apresuradamente con un traje de escote bajo mal ajustado, fue rechazada por el director, William Wyler, quien comentó en voz alta al equipo: «¿Qué piensan ustedes de estas damas que creen que pueden conseguir un trabajo mostrando sus pechos?». Carl Laemmle, jefe de Universal Studios, consideró poner fin al empleo de Davis pero el director de fotografía Karl Freund le dijo que tenía unos «ojos encantadores» y sería adecuada para Mala hermana (1931), filme con el que debutó en el mundo del cine. El nerviosismo de Davis se agravó cuando escuchó al jefe de producción, Carl Laemmle Jr., comentar a otro ejecutivo que «tenía casi el mismo atractivo sexual que Slim Summerville», una de las estrellas de la película. El filme no tuvo éxito y su siguiente papel en Semilla (1931) fue demasiado breve para llamar la atención.

 

 

 

Universal Studios renovó su contrato por tres meses y Davis apareció en un pequeño papel en El puente de Waterloo (1931) antes de ser cedida a Columbia Pictures para La amenaza y a Capital Films para La casa del infierno (ambas rodadas en 1932). Tras nueve meses y seis filmes sin éxito, Laemmle decidió no renovarle contrato, aunque George Arliss la eligió para el papel femenino principal de La oculta providencia (1932). Durante el resto de su existenca, Davis atribuyó a Arliss su consolidación artística en Hollywood. The Saturday Evening Post escribió que «no sólo es hermosa, sino que bulle de encanto» y la comparó con Constance Bennett y Olive Borden. Poco después, Warner Bros. le firmó un contrato por siete años. En 1932, se casó con Harmon «Ham», quien recibió duras críticas por parte de la prensa: sus ganancias semanales de 100 USD eran comparadas desfavorablemente con los ingresos semanales de 1000 USD de Davis. La actriz tocó el tema en una entrevista señalando que muchas mujeres de Hollywood ganaban más dinero que sus maridos pero la situación fue difícil para Nelson, que se negó a permitir que su esposa comprara una casa hasta que pudiera darse el lujo de pagarla por sí mismo. Davis tuvo varios abortos espontáneos durante su matrimonio. Después de más de 20 papeles en cine, el rol de la viciosa y desaliñada Mildred Rogers en la producción de RKO Radio Pictures, Cautivo del deseo (1934), una adaptación cinematográfica de la novela de W. Somerset Maugham, le dio a Davis su primera gran aclamación por parte de la crítica. Muchas actrices temían interpretar personajes antipáticos y varias habían rechazado el papel, pero Davis lo vio como una oportunidad para demostrar la gama de sus habilidades interpretativas. Su compañero de reparto, Leslie Howard, fue inicialmente despectivo con Davis pero a medida que avanzó el rodaje su actitud fue cambiando y posteriormente habló muy bien de ella. El director John Cromwell le dio una «relativa» libertad y comentó: «Dejé que Bette fuera su propia guía. Confié en sus instintos». Davis insistió en que fuera expuesta de manera realista en la escena de su muerte, aclarando que «las últimas escenas de tuberculosis, pobreza y abandono no son bonitas e intenté ofrecer una imagen convincente».

 

 

 

 

Davis comenzó a trabajar en La mujer marcada (1937), un drama negro inspirado en el caso de Lucky Luciano, recreando a una prostituta. Por su actuación, fue galardonada con la Copa Volpi en el Festival de Cine de Venecia de 1937. Durante la producción de su siguiente filme, Jezabel (1938), Davis inició una relación con el director William Wyler. Más tarde, lo describió como «el amor de mi vida» y dijo que hacer la película con él fue «el momento más feliz de mi vida». El filme fue un éxito y la actuación de Davis como una belleza sureña consentida le valió su segundo premio de la Academia, lo que llevó a la especulación dentro de la prensa de que podría ser elegida para interpretar un personaje similar, el de Scarlett O'Hara  Davis manifestó su deseo de interpretar a Scarlett y mientras David O. Selznick estaba llevando a cabo la búsqueda de la actriz que interpretaría el papel, una votación radiofónica la nombró como la favorita del público.Warner ofreció sus servicios a Selznick como parte de un acuerdo que también incluía a Errol Flynn y Olivia de Havilland, pero Selznick no consideró adecuada a Davis y rechazó la oferta. Jezabel marcó el inicio de la etapa más exitosa de su carrera y durante los siguientes años fue incluida en la encuesta anual de Quigley, compilada a partir de los votos de los exhibidores de cine a lo largo de EE. UU., sobre las estrellas que habían generado más ingresos en sus teatros respecto al año anterior. En contraposición con el éxito de Davis, su esposo Nelson Ham no había logrado establecer una carrera por sí mismo y la relación de ambos comenzó a tambalearse. En 1938, Nelson comprobó que Davis estaba involucrada en una aventura extramatrimonial con el empresario multimillonario Howard Hughes y solicitó el divorcio.

 

La actriz tuvo altibajos emocionales durante el rodaje de su siguiente película, Amarga victoria (1939), y consideró abandonar el proyecto hasta que el productor Hal B. Wallis la convenció de que canalizara su angustia en la actuación. El filme se convirtió en uno de los más taquilleros del año y el papel de Judith Traherne le valió una nominación al Óscar.Años más tarde, Davis destacó esa actuación como su favorita. Ese mismo año apareció en otros tres éxitos de taquilla, La solterona con Miriam Hopkins, Juárez con Paúl Muni y La vida privada de Elizabeth y Essex con Errol Flynn. Esta última no solo fue su primera película a color sino también la única de este tipo que rodaría en el apogeo de su carrera. Para recrear los últimos años de Isabel I, Davis tuvo que afeitarse la línea del cabello y las cejas. Durante el rodaje, fue visitada en el set por el actor Charles Laughton, a quien le comentó el valor que estaba teniendo al interpretar a una mujer de unos sesenta años. Laughton le respondió: «Nunca tengas miedo de atreverte a salir de ti misma. Es la única manera de crecer en tu profesión. Debes intentar cosas que estén más allá de ti o te estancarás en una rutina interminable». Recordando el episodio muchos años después, Davis comentó que ese consejo la había influenciado a lo largo de su carrera.

 

 

 

Samuel Goldwyn la sometió a una prueba para el cine, que resultó desastrosa, y sólo unos meses después pisaría Hollywood de la mano de la Universal. Con 57 dólares en el bolsillo y el sueño de los 450 dólares mensuales que habían prometido los estudios Universal. Madre, hija y el perro Boogun, llegaron a la meca del cine para hacer la primera película de la actriz. Ese mismo año firmó un contrato con la Warner Brothers, donde trabajaría las siguientes dos décadas. Durante todo ese tiempo gastó muchísima energía luchando, incluso en los tribunales, por guiones a la altura de su talento y por un salario justo, pese a sus dos Oscars de la Academia... era la actriz de su categoría peor pagada de los estudios; en consecuencia, se labró una reputación de actriz indómita, intratable e incómoda, agravada por su absentismo en los rodajes debido a incesantes problemas de salud y sus muchas crisis familiares. No era una mujer guapa, pero la especial fotogenia de su piel finísima y translúcida, consecuencia de las graves quemaduras que sufrió en el rostro de niña jugando con las velas de un árbol de Navidad, y los desorbitados y penetrantes ojos, hicieron de ella la perfecta protagonista de los melodramas de mujeres sacrificadas por la depresión que entonces gustaban a la Warner. Entre otros muchos filmes, en la década de los 30 rodó "Esclavos de la tierra" y "20.000 años en Sing Sing". Fué una extraordinaria camarera malvada creada por Maughan para "Cautivo del deseo"; Interpretó "El bosque petrificado", con Bogart y Leslie Howard, conmovió a todos con "Barreras infranqueables", " La mujer marcada y Amarga Victoria" y fué premiada con dos Oscars por "Dangerous" y por su magistral interpretación de "JEZABEL", a las órdenes de William Wyler, quien dijo:

 

-“Era bella, pero no una belleza. Hay una diferencia. Hoy pienso que era guapa. Entonces, no, y siempre quiso parecer otra persona. Su rostro era particular y no encajaba en los cánones de belleza de la industria del cine. Hasta sus últimos años de vida no supo reconocer su belleza. Incluso con setenta años confesaba que odiaba cuando mencionaban una y otra vez sus ojos saltones, como característica principal de su rostro. Provocaba sensaciones intensas en todo el que la conocía. Muchos la pintaron como una mujer insoportable, cruel, cínica y en eso no estoy de acuerdo. Bette era maravillosa en todo, creo que sus ataques de ira comenzaron cuando tenía dos años como respuesta a la tensión que había entre sus padres y nunca supo abandonar el comportamiento obsesivo y sus arranques de genio de los que hablan muchos de los que la rodearon "-.

 

 

 

 

 

Los testimonios más extremos son  los de su hija, Bárbara Davis Hyman, que escribió en los años ochenta el libro “El guardián de mi madre”, una biografía en la que destacaba los problemas con el alcohol, las amenazas de suicidio frente a la niña cuando ésta tenía ocho años… La resentida hija dibuja a la estrella de Hollywood como una neurótica, manipuladora y malvada que canalizaba la rabia abusando de los que estaban más cerca de ella:

 

-“ Podía haberlo escrito y enviado a mi madre sin publicarlo. No lo hubiera leído. No va a escuchar nada que no quiera, así que me decidí por el único camino que sentí que podía llegar a ella: la opinión pública. Lo que puede ver el mundo es lo más importante para mi madre y esta es, en esencia, una carta pública para ella”.-

Voy a comentar dos Films de Bette Davis, por los que siento amor de cinéfilo. La actriz que hizo de sí misma un personaje temible y a la vez atractivo, supo ser fiera y también reírse de sí misma en medio de una creciente perfección hollywoodiense:

 

 

 

 

JEZABEL

 

 

Bette Davis y el director conectaron a pesar de lo que se podía esperar. Los dos tenían arranques de mal genio y eran de un perfeccionismo enfermizo y eso fue precisamente lo que equilibró la relación, que pronto se convirtieron en amantes. Ambientada en los años anteriores a la Guerra Civil estadounidense, Jezabel cuenta la historia de una caprichosa belleza sureña de Nueva Orleans comprometida con un banquero. Ante la negativa de él a acompañarla a comprar un vestido para uno de los bailes más importantes del año, ella se venga adquiriendo un vestido de noche rojo y rompe la estricta norma de vestir de blanco en la fiesta. Tras el escándalo, él pone fin al compromiso y ella se niega a pedir perdón, pensando que su prometido volverá desesperado a sus brazos. Davis ganó con el papel el segundo Oscar de su carrera a la mejor actriz protagonista. Volvía a interpretar a la mujer soberbia y antipática en un rodaje plagado de retrasos. Su relación con Wyler durante el rodaje, cuando ella todavía estaba casada, la alteraba y le producía reacciones psicosomáticas: le salió un enorme grano que paró el rodaje durante semana y media, sufrió una contractura en la pierna… Cuando Jezabel llegaba a su fin, ambos hablaban de trabajar juntos de nuevo en una versión de Cumbres borrascosas en la que Bette haría de Cathy, pero al final el proyecto escapó de las manos de Warner y los amantes se fueron separando sin remedio. Dos días después del último día del rodaje, ella descubrió que estaba embarazada del director y abortó de nuevo. Las precauciones que tomó para que su marido no se enterara de la aventura desaparecieron con el siguiente romance, esta vez con el magnate Howard Hughes, con el que se dejaba ver descaradamente ante Nelson hasta que pidió el divorcio alegando un trato cruel.

 

 

 

 

EVA AL DESNUDO

 

      

 Extraordinario film, narra cómo Eve Harrington intenta poco a poco usurpar el trono y la vida de una grande del teatro Margot Channing. Recrea un mundo de envidias, traiciones y rumores del espectáculo en Broadway. El director Edmund Goulding advertía a Joseph Mankiewicz sobre la decisión de elegir a Bette Davis como protagonista:

 

-" Esa mujer te destruirá, te convertirá en fino polvo blanco y soplará. Eres guionista, querido. Ella llegará al escenario con un paquete gordo de papel amarillo y lápices. Escribirá y entonces ella, y no tú, dirigirá. Ya lo verás”-

 

Pero la actriz llegaba en son de paz. A punto de terminar su contrato con Warner, con la que llevaba casi dos décadas, no tenía nada clara su renovación. Tenía 41 años y se veía desterrada del cine. El guión y el papel le fascinaron, la forma de fumar y apagar con nerviosismo los cigarrillos, la mirada comunicativa y la voluntad de afearse sin problemas si el guión lo pedía mezclaban a la persona con el personaje. Recién divorciada de William Grant Sherry, un hombre violento y peligroso con el que tuvo una relación destructiva... Tenia un guardaespaldas que la protegía a ella y a su única hija, Bette se enamoró de Gary Merrill, el actor que interpretaba a Bill Sampson, director de teatro y pareja del personaje de Bette. Él, casado, se divorció y la pareja se convirtió en matrimonio. Adoptaron dos niños y se divorciaron diez años después. Pero la interpretación que brindó a todos con el film ha quedado sellada con letras de oro, nadie podría haber sido Margot que Bette Davis.

 

Años más tarde. Joan Crawford tuvo la valentía de ofrecerle el papel a una de sus mayores enemigas. Bette Davis siempre manifestó su odio hacia ella, incluso tras la muerte de la actriz. “Puede que exista un cielo, pero si Joan Crawford está allí, no voy”, dijo en varias ocasiones. Se rumoreaba que Crawford, como bisexual, se había insinuado a Davis y ella la había rechazado, pero parece ser que la raíz de la enemistad fue un hombre: Franchot Tone, un actor del que Davis se enamoró durante el rodaje de Peligrosa. Crawford era entonces una de las mujeres más deseadas de Hollywood y le costó poco cautivar a Tone, al que invitó una noche a cenar y recibió desnuda en su casa. Se casaron nada más finalizar el rodaje de Peligrosa:

 

- “Se ha acostado con todas las estrellas de MGM, menos con Lassie”- dijo Davis.

 

-“Pobre Bette. Da la impresión de que no fue feliz ni un solo día en toda su vida”- contestó Crawford.

 

 

Con ese historial de insultos y rencores, las dos estrellas se encontraron en el set de Baby Jane, en un rodaje tenso que sometía a todo el equipo. Hubo incluso agresiones físicas: en la escena en que Jane patea a su hermana en el suelo, hubo una patada más fuerte que las demás. A Crawford le tuvieron que dar tres puntos. La película fue un enorme éxito de taquilla: Bette Davis fue nominada al Oscar y Joan Crawford, no, y ante la visión de ver a su rival recoger el premio, hizo todo lo que pudo. Se puso en contacto con las otras tres actrices nominadas para poder recoger el premio en caso de que cualquiera de ellas ganara. Anne Bancroft se hizo con el premio y Joan, triunfante, recibió la estatuilla. Pese a lo incombustible, despótica y altiva que parecía en sus películas, la verdadera Bette Davis era una mujer con mala suerte y corazón de víctima que ofrecía el cuello al primer quebrantahuesos que encontraba en su camino. La más famosa malvada de la historia del cine tuvo una vida real de lo más dura y hostil y fue a menudo presa de seres desaprensivos. Ella tampoco era una santa, pero resulta difícil creer que lejos de la estela de fortaleza que desprendía en pantalla, tuviera que soportar durante muchos años los desprecios de algunos estudios cinematográficos. La presión constante de una madre aprovechada y las vejaciones de varios maridos violentos...Lo cierto es que tres de sus cuatro maridos llegaron a maltratarla físicamente, mientras la madre derrochaba el dinero de Bette a manos llenas y ella mantenía al inútil de turno, trabajando a destajo para la Warner, a fin de pagar los gastos de los demás y sufragar las facturas del Centro psiquiátrico de su desequilibrada hermana.

 

 

Cuando en 1935 recogió su primer Oscar por la interpretación de uno de sus personajes más lacrimógenos por el film Dangerous, Bette Davis llevaba un sencillo vestido a cuadros y vivía acosada por las deudas; su madre, en cambio, iba ataviada como una reina, disponía de coches flamantes y disfrutaba de una vida de lujo. También es posible que si no hubiera sido por la ambición desaforada y la tenacidad de la progenitora de Bette Davis, que siempre ejerció de "madre de la artista", el mundo se hubiera quedado sin esa magistral actuación en Eva al desnudo, metida la actriz en la piel de Margo Channing, la declinante diva de la escena que verá cómo la trepadora Eva Harrington corroe los cimientos de su gloria.

 

-"Si he llegado a la cima ha sido a fuerza de mucho arañar e incluso habría recurrido al asesinato para conseguirlo"-, dijo en una ocasión Bette.

 

 

Volviendo a William Wyler, la relación entre ambos se saldó con una apasionada historia de amor y con tres de las mejores películas de Bette: Jezabel, La loba y La carta. Wyler controló la tendencia a sobreactuar de Davis, le enseñó a modular su histrionismo y supo extraer de ella los matices de su vena dramática, hasta que sacó a la luz bajo la piel los personajes despóticos, resentidos, las vetas de la vulnerabilidad y el patetismo. Es probable que Bette Davis, como pasaría en adelante con otros amantes, necesitara olvidar sus desastres domésticos con Wyler, y también con el mujeriego millonario Howard Hughes, a quien el marido de la actriz, un músico de jazz sin ningún talento, acabó chantajeando. Su matrimonio estaba en plena crisis y podría haberse casado con Wyler, recién divorciado de Margaret Sullavan, si la mala suerte, o su propio carácter, no se hubiera cruzado en su camino. Cuando el director le escribió una carta pidiéndole que se casara con él, Bette tardó una semana en abrirla, histérica por alguna de sus disputas. Al leer la misiva varios días más tarde, Wyler le comunicaba que a menos que aceptara casarse con él inmediatamente, lo haría en breve con otra mujer. Un poco más tarde la radio anunciaba que William Wyler y Margaret Tallichet se habían casado aquella misma mañana. La actriz siempre pensó que había sido el mayor error de su vida: La siguiente película que hizo con el director se tituló, La carta. Ya en el año 1961 rueda con Frank Capra otra de sus películas de enorme éxito, Un gángster para un milagro, y dirigida por Robert Aldrich, la que para mi personalmente, es la mejor aportación al cine de una actriz irrepetible...¿Qué fue de Baby Jane?, y debido a la acogida en todo el mundo con Baby Jane, repetiría con Aldrich en Canción de cuna para un cadáver... otro film a tener en cuenta, con una compañera de lujo: Olivia deHavilland. Acostumbrada a los éxitos, se sabe que llegó a poner un anuncio en Variety: "Se ofrece actriz con 30 años de experiencia en el cine. Con dos Oscar", decía el mensaje en el tono irónico y exasperante que la caracterizaba.

 

 

Cuando entró en la tercera edad, Davis fue reconocida por sus logros. John Springer, que organizaba sus giras de conferencias a principios de la década de 1970, escribió que a pesar de los éxitos de muchas de sus contemporáneas, Davis fue «la estrella de los treinta, cuarenta y principios de los cincuenta», que logró notoriedad por la variedad de sus caracterizaciones y su habilidad para hacerse valer, incluso cuando su material era mediocre. Sus interpretaciones personales siguieron recibiendo elogios; en 1987, Bill Collins analizó La carta y describió su actuación como un «logro brillante y sutil», y escribió: «Bette Davis hace de Leslie Crosbie uno de los personajes más extraordinarias del cine». En otro articulo del año 2000 sobre Eva al desnudo , Roger Ebert apuntó que «Davis era un mito, un ícono con estilo, tanto que incluso sus excesos son realistas». En 2006, la revista Premiere situó su recreación de Margo Channing en el puesto quinto de su lista «Las 100 interpretaciones más grandes de todos los tiempos», comentando que:

 

-"Hay algo deliciosamente audaz en su alegre voluntad de interpretar emociones tan desagradables como los celos, la amargura y la necesidad. En ¿Qué fue de Baby Jane?, Yo, Roger Ebert afirmó que nadie la olvidará jamás».

 

 

 

 

 

Davis se convirtió en la primera mujer galardonada con el premio a los logros de una vida, el American Film Institute publicó la lista «100 años de la AFI... 100 estrellas», resultado de una encuesta entre la industria cinematográfica para determinar las «50 mayores leyendas estadounidenses de la pantalla» por conseguir el reconocimiento público y el aprecio del cine clásico. De las 25 actrices elegidas para la lista, Davis quedó en el segundo puesto, el primero era para Katharine Hepburn. En 1972, interpretó el papel protagonista en dos películas para televisión, cada una pensada como pilotos para una serie de la NBC: Madame Sin, con Robert Wagner y The Judge and Jake Wyler, con Joan Van Ark. A pesar de que fueron estrenadas, la cadena de televisión decidió no producir las series en ambos casos. Apareció en la producción teatral Miss Moffat, una adaptación musical de la película El trigo está verde, pero después de que fuera reprobada por críticos de Filadelfia, Davis alegó una lesión en la espalda y abandonó el espectáculo, que finalizó inmediatamente. Interpretó papeles secundarios en Pesadilla diabólica y La desaparición de Aimee, en las cuales se enfrentó con Karen Black y Faye Dunaway, las estrellas de las dos respectivas producciones. Siempre estuvo indignada por estos dos trabajos, alegando que no le dirigieron con el respeto apropiado y que sus compañeros en los sets no fueron profesionales. En 1977, Davis se convirtió en la primera actriz en recibir el premio a toda su trayectoria profesional. El homenaje que fué televisado, incluyó comentarios de varios de sus compañeros, como William Wyler, Jane Fonda, Henry Fonda, Natalie Wood y Olivia de Havilland, quien comentó que Davis «consiguió los papeles que yo siempre he querido». Después de la transmisión, recibió varias ofertas de trabajo y aceptó interpretar los papeles de la miniserie de televisión The Dark Secret of Home Harvest (1978) y Muerte en el Nilo (1978), basada en una obra de Agatha Christie. El nombre de Bette Davis se puso de moda entre el público más joven cuando la canción de Jackie DeShannon, «Bette Davis Eyes», se convirtió en un éxito mundial gracias a la versión interpretada por Kim Carnes y fue uno de los discos más vendidos de 1981, donde se mantuvo en el primer puesto de las listas por más de dos meses. La nieta de Davis quedó impresionada de que su abuela fuera el tema de una canción de tanta repercusión. La actriz aceptó los Discos de Oro y Platino y los colgó en la pared, al lado de sus muchos premios.

 

Durante este tiempo, su relación con su hija, B.D. Hyman, se deterioró cuando esta última se convirtió en una cristiana renacida y trató de persuadir a su madre a seguir su ejemplo, pero Bette obvió como siempre las palabras de su hija y con su salud estable, viajó a Inglaterra para filmar "Murder with Mirrors", basada en una obra de Agatha Christie. A su regreso, se enteró de que su hija había publicado un libro de memorias, ""El guardián de mi madre"", en el que hablaba de la difícil relación madre-hija, el comportamiento prepotente y los muchos episodios de alcoholismo de su madre. Varios de los amigos de Davis comentaron que las descripciones de Hyman sobre los hechos no eran del todo exactas; uno de ellos dijo que «la mayor parte del libro está fuera de contexto». Mike Wallace retransmitió una entrevista de 60 minutos que había grabado con Hyman unos años antes, en donde elogiaba las habilidades como madre y dijo que había adoptado varios de los principios de Davis en la crianza de sus propios hijos. Muchos medios de prensa señalaron que Davis había apoyado económicamente a la familia de su hija durante muchos años y recientemente los había salvado de perder su casa. A pesar de las asperezas de los primeros años de divorcio, Gary Merrill también defendió a Davis; entrevistado por CNN, Merrill dijo que Hyman había escrito el libro por crueldad y codicia. El hijo adoptivo de Davis, Michael Merrill, terminó todo contacto con Hyman y se negó a dirigirle la palabra... Bette Davis automáticamente la desheredó.

 

 

 

 

 

 

En sus segundas memorias Bette escribió:

 

-"Todavía me estoy recuperando del hecho de que una hija mía escriba sobre mí a mis espaldas, no diré nada sobre el tipo de libro que es. Nunca me recuperaré completamente de ello, como hice con el accidente cerebrovascular. Ambas fueron experiencias demoledoras "-

 

Sus memorias concluyeron con una carta a su hija, en la que se dirigió a ella como «Hyman» y describió sus acciones como «notoria falta de lealtad y agradecimiento por la vida privilegiada que creo que te he dado». Para concluir con una referencia al título del libro de Hyman, expresó:

 

-"Si se refiere al dinero, si mi memoria no falla, he sido tu guardián todos estos años. Sigo siéndolo, ya que mi nombre ha hecho de tu libro un éxito "-

 

 

A lo largo de toda su carrera, Davis fue señalada como una actriz de carácter difícil, lo que se vio reflejado en diversas discusiones que mantuvo con directores y productores. A diferencia de otras actrices de su época, optó por interpretar papeles poco simpáticos y fuera de los comunes para una mujer de ese momento, como manipuladoras, asesinas o personas de mayor edad a la suya. Muchos de sus contemporáneos señalan que, si bien muchas de sus películas no tuvieron el éxito esperado, Davis destacaba triunfante por la recreación de personajes muy variados y su personalidad fuerte. En 1964, Jack Warner comentó la «cualidad mágica que transformaba a esta muchachita a veces sosa y poco hermosa en una gran artista», y en una entrevista de 1988, Davis remarcó que, a diferencia de muchas de sus contemporáneas, había forjado una carrera sin la ventaja de la belleza. Admitió que estaba aterrada durante el rodaje de sus primeras películas y que se volvió dura por necesidad. Dijo que:

 

-"En mi profesión hasta que no tienes fama de monstruo, no eres una estrella, pero yo nunca luché por nada de forma desleal. Nunca luché por nada que no fuera por el bien de la película». Cuando rodábamos Eva al desnudo, Joseph L. Mankiewicz me dijo que en Hollywood existía la idea de que mi carácter era difícil, y le aclaré que cuando el publico la veía en pantalla, no tenía en cuenta que su apariencia era el resultado del trabajo de numerosas personas entre bastidores. Si fui presentada como una burra de cuarenta pies de ancho, y treinta de alto, eso sería todo lo que mi público iba a ver y valorar "-

 

 

Cuando Bette Davis recibió la invitación para acudir al Festival de Cine de San Sebastián, seguramente quedó perpleja. El motivo no era un homenaje a su larga y brillante carrera, sino la retrospectiva que aquel año dedicaban al director James Whale, con quien ella había trabajado. Se encontraba muy enferma. El cáncer se le había generalizado y los médicos le aconsejaban reposo total. Pero sus cálculos eran distintos: la cita en San Sebastián podría transformarse en un homenaje a ella misma, y no estaba dispuesta a perder la oportunidad de despedirse de la vida en olor de multitudes. Ése podía ser el mejor adiós. El espectáculo era lo primero, y sólo cuando éste hubo finalizado, en aquella memorable última cena del Festival, se permitió expresar un infinito amor, que trascendía en todos los rostros que la miraban...Solo ella, la inmortal Bette Davis, a pesar de las enormes sombras en su larga vida, dejó inmóviles a todos cuando se acercó al micrófono con aquella larga boquilla humeante. Supo de esa forma regalar al mundo una mítica imagen y ser feliz hasta su último momento de gloria.

  

Cuando en octubre de 1989 fue al Festival de San Sebastián, estaba tan débil que ya no pudo regresar a casa... Murió el 6 de octubre con 81 años en París....Ninguna ciudad mejor para decir adiós.

 

 

 

 

Su autobiografía lleva el significativo título de The Lonely Life, aunque yo lo titularía:

BETTE DAVIS HASTA EL FIN, SIGUIÓ SIENDO ÚNICA...Y SIEMPRE ESTARÁ EN NUESTRO RECUERDO, PORQUE FUÉ UNA DE LAS MEJORES ACTRICES DE LA HISTORIA.

 

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