CAFÉ SOCIETY

de

Woody Allen

 

 

 

 

Café Society es el término que se utilizaba para designar a los habituales de cafés, clubs y restaurantes de moda. Woody Allen sitúa su film en esta época, a caballo entre Los Ángeles y Nueva York, para mostrarnos un preciso estudio del ambiente de entonces en ambas ciudades. La película, en la que el propio director participa como narrador, nos pone al día de los pormenores y cotilleos de las personas más respetables de la aristocracia estadounidense que se entregan a los placeres mundanos en fiestas o en clandestinos clubs de jazz, cuando no al crimen. Aunque la película hace constantes menciones a los dramas protagonizados por Bárbara Stanwyck, la primera referencia que nos viene en mente al ver la película es Truman Capote... En su polémica novela inacabada "Plegarias atendidas" el escritor utilizaba la figura de un chapero para diseccionar los secretos y miserias de la socialité más próxima a sí mismo, hazaña que le valió numerosas enemistades. El club "Les tropiques" de la película bien podría tratarse de "La côte basque" de la novela, donde los acaudalados clientes se exhiben cuales pavos reales para disimular las miserias de sus vidas privadas, y de las que todo el mundo parece estar al corriente. Mientras Capote pretendía actualizar los ambientes similares a En busca del tiempo perdido de Proust, utilizando la decadencia y la depravación de sus círculos cercanos para meter el dedo en la llaga; Woody Allen, en cambio, observa y rememora ciertos modos de vida con admiración por la extravagancia, como si en los años 30 incluso los individuos más frívolos y superficiales hubieran tenido una factura impecable. "Para ver y dejarse ver" es el acertado subtítulo del film donde el sobrino de un importante magnate del cine desembarca en Hollywood para conocer el amor y el desamor. La asistente de su tío le enseña la ciudad y ambos se enamoran al ver que son dos personas que no encajan en ese ambiente de lujos obscenos. Eisenberg y Stewart, la pareja protagonista, trabajan por tercera vez juntos y la química es evidente. Resulta sorprendente observar cómo estos actores llenan la pantalla al compenetrarse, de la misma forma que hicieron en la nostálgica comedia "Adventureland".

 

Café Society no es solamente una comedia romántica. La película también habla de cómo cambiamos con el tiempo, de cómo separarse del dolor no siempre nos lleva a la felicidad y los recuerdos de ese amor platónico de juventud, en la línea de Esplendor en la hierba. Las ambientaciones son perfectas. El frenesí de los estudios de Hollywood viene representado de forma auténtica y los bajos fondos neoyorquinos nos remiten al encanto de Balas sobre Broadway, también de Allen. Además, en el último tercio del film la comedia va desapareciendo sutilmente dejando paso a una melancolía que estalla en el perfecto final abierto, como si de repente nos hubiéramos topado de bruces con un drama sureño en pleno Central Park. Los protagonistas ausentes, perdidos en recuerdos que han dejado pasar y sin que podamos entender qué será de cada uno de ellos. Un film que es otra carta de amor de Allen a Nueva York, en la que el director nos hace viajar en el espacio y en el tiempo. Para los que amamos el buen cine, es una suerte tener a Woody Allen.... Y yo, como seguidor de los films de Woody Allen, debo puntualizar, que estoy muy feliz de escribir sobre esta película. Cuando fuí a verla con el corazón revestido de cierto escepticismo, temiendo encontrar una de esas películas que prometen mucho en su planteamiento..... No entiendo por qué razón dudaba, tal vez por leer algunas criticas mal intencionadas...Pero olvidándome del mundo entré en la sala de cine esperanzado....y en definitiva...soy un admirador empedernido del cine de Allen. La película desmonta carcajada a carcajada, sonrisa tras sonrisa, todo mi anterior aparato escéptico. En la escena en la que los protagonistas charlan sentados en la playa, me di cuenta de que estaba disfrutando de la película como si de un clásico del neoyorquino se tratara. A partir de ese momento, ya desnudo de prejuicios, me dejé llevar por la ingeniosa historia que Allen, donde teje con maestría esos temas que siempre han sido su sello de identidad: el absurdo del amor, la belleza del sinsentido romántico que trasciende su objeto llenando la totalidad de la vida, el límite de la muerte como marco general para interpretar y actuar, la moralidad que se mantiene en un universo vacío, el encanto de su amada Nueva York frente al engaño de Hollywood.

También ha conseguido en este film desarrollar una de sus virtudes, posiblemente una de las mejores que tiene, que es crear un personaje femenino irresistible. A lo largo de su amplia filmografía vemos desfilar a actrices de todo tipo y condición, convertidas en auténticas diosas bajo la mirada y la dirección de este pequeño neoyorquino. Y Kristen Stewart, se incorpora en esta película a ese panteón de divinidades. Jesse Eisenberg y Steve Carrell desarrollan personajes convincentes y reales, que te permiten introducirte en la película con comodidad y empatía. De hecho, en algunos escenas en que Eisenberg está de espaldas, hubiese jurado que era el propio Allen quien andaba por la pantalla. En definitiva, Allen ha conseguido realizar una de sus películas más hermosas y encantadoras, rozando la perfección de clásicos como "Annie Hall" , "Manhattan" o "Poderosa Afrodita". Una comedia romántica de verdad, única, como sólo él sabe hacerlas; de esas que le confieren dignidad a un género que normalmente se asocia con emociones vulgares. Quiero agradecer a este magnifico director, posiblemente mi cineasta favorito, todas las sonrisas, carcajadas y pensamientos que me ha sacado y que, con cada película, refuerza la sensación de amar al cine.

 

Administrando con mano firme todos los recursos a su alcance, entre los que sobresale la siempre magistral paleta de colores de Vittorio Storaro en la fotografía, la fórmula de Allen sobre la comedia, que es igual a tragedia más tiempo, encuentra la posibilidad de mostrar un aspecto oscuro y descarnado en la trama, insertando un hilo argumental sobre el por entonces omnipresente mundo del hampa, que curiosamente, parece menos violento, que los certeros vaivenes emocionales que expresan sus protagonistas. Todo ello sin perder de vista algunas de las particulares obsesiones que han hecho grande el cine del maestro, su amado Jazz a las habituales reflexiones religiosas que como no podía ser de otra forma, tienen al judaísmo como motor central de un desarrollo que, ciertamente, soporta algún altibajo, en parte derivado del contraste entre Nueva York y Los Ángeles, en la que, como era de esperar, acaba ganando la partida su querida Gran Manzana, con una imagen icónica para el recuerdo, esta vez en color, del mítico Puente de Brooklyn, una momento que seguro, deslumbrará a los seguidores de tan incomparable autor. Del reparto, destaca la incursión de Jesse Eisenberg como perfecto álter ego de Allen, en su segunda colaboración tras "A Roma con amor", pero asumiendo en esta ocasión labores de protagonista absoluto, de ese triángulo que forma con la dos Verónicas, Blake Lively y Kristen Stewart, dos actrices que recuerdan lo gran director de actores que es el maestro, del que siempre se ha dicho, no sin razón, que es capaz de conseguir una buena interpretación hasta del actor más mediocre. Completa la siempre estimulante presencia de Steve Carell, cuyas formas encajan a la perfección en el particular universo del realizador. Finalmente, la buena noticia es que, tras sus ochenta primaveras, el entusiasmo de Woody Allen se mantiene intacto, buena prueba de ello, es que prepara su primera serie de televisión.... "Crisis en seis Escenas", ambientada en la convulsa Norteamérica de los años sesenta, una periodo que conoce bien. Un retorno como cronista a una época pretérita, que seguramente, y como ocurre con Café Society, volverá a contener ese punto de nostalgia tan deseado, una marca de estilo presente en muchas de sus mejores obras, que considera que cualquier tiempo pasado fue mejor, pero sin caer nunca en el pesimismo, aspecto que el genial realizador sabe manejar con grandeza.

Con una de sus típicas frases, implícita en la propia película, presentaba el maestro su último trabajo en el pasado Festival de Cannes, con la vitalidad impropia de un octogenario que lleva alrededor de cincuenta años en ese negocio de hacer cine, convertido, por derecho propio, en uno de los pocos genios capaces de convertir sus obras en verdaderos tratados sobre la inteligencia. Fiel a su cita anual, el film número 47 de Allen, supone un regreso consciente a esos deseados años 30, que tanto se han prodigado a lo largo de su filmografía, escenario prefecto sobre el que desarrollar, con grandes dosis de virtuosismo y elegancia, esa clásica histórica romántica que para la ocasión, viste sus mejores galas, bien apoyada en la narración en off del propio realizador, perfecta para apuntalar todos los detalles de un retorno al pasado, que contempla en su homenaje continuo a la Época Dorada de Hollywood.

La película es una historia breve, bella y bien contada. A veces, incluso ni nos damos cuenta de que el tiempo ha pasado. Pero sobre todo hay una cosa por encima de cualquiera. Y es el talento del señor Allen para hacernos recordar momentos, suspiros. Se me encoge el corazón de muchas maneras y encima el bueno de Allen te consigue sacar una sonrisa. No es una película para analizar de arriba abajo porque eso es algo que ya he hecho antes y al final siempre acabas cayendo en la misma conclusión. Es grandioso... Cualquier cosa que hace tiene su encanto y consigue que te olvides de todos tus problemas dentro de la sala. Una de ellas es la química que hay entre los dos personajes principales. Viendo a una sobresaliente Kristen Stewart en todo su esplendor. Y es que siempre pensé que es una buena actriz a pesar de algunas mentes mal intencionadas. Y luego... esa escena final.... Vale la pena ver la película entera solo por ese final tan mágico. Creo sin duda que es una de las secuencias más bonitas que he visto. Que bien se te da el cine Woody y pobre de todos que se atreven hablar mal de ti. Genio y talento vivo del cine. Esa escena final de alguna manera me ha recordado su relación con Diane Keaton.... A pesar de que cada uno ha seguido con su vida, estoy convencido de que en sus mentes aún siguen recordándose.

“Café Society”, rescata el complejo universo de Scott Fitzgerald, adoptando la romántica desolación de los protagonistas en el carnaval que se termina convirtiendo una comunidad de valores tan vacíos como la fama, el dinero, el prestigio o la ambición, superponiéndolos a las más elementales emociones humanas. Aunque la fórmula ya fue tocada por Allen con gran ingenio en “Celebrity”, ahora va un paso más allá, situando a nuestros dos protagonistas –un joven recién llegado a Los Angeles en busca de trabajo y fortuna y la secretaria de su tío, antaño aspirante a estrella de cine…- en un verdadero carrusel existencial que les lleva a vivir en muy poco tiempo todo tipo de encrucijadas morales y sentimentales. Lo mejor es que todas las claves de Allen –el Jazz, el humor, con brillantísimas y agudas reflexiones sobre la vida y la muerte, están perfectamente encajadas en una estructura clásica, que además lo es argumentalmente al estar ubicada en los Hollywood y Nueva York más gloriosos de los años 30, con una inagotable galería de personajes relacionados con el mundo del cine: poderosos productores, ambiciosos agentes artísticos-, gángster, intelectuales nihilistas y hasta joyeros judíos. Es como si Allen hubiera hecho un compendio personal y lo hubiese plasmado en una sola historia. Eisemberg es el enésimo actor que encarna al alter-ego de Allen, componiendo de manera comedida al advenedizo protagonista de la historia junto a Kristen Stewart. Allen además saca lo mejor de todos sus actores, desde la adorable Blake Lively hasta Steve Carell o Parkery Posey, todos absolutamente todos están geniales. La fotografía del gran Vittorio Storaro dota al film de una exquisita elegancia que nos hace viajar al soñado universo de las grandes estrellas del cine de Hollywood, y Allen logra rematar un film bastante redondo, balanceado en la narración y que atrapa desde el principio hasta el final en esta parábola preciosa y melancólica del amor y ambición.

 

 

 

En la ruleta de la que hablé al principio, nos ha salido el mejor número y el mejor color para que nos toque un gran premio, porque “Café Society” además de ser un producto entretenido y divertido, traza una emotiva reflexión como en los mejores trabajos de Woody Allen. Ha vuelto a sorprender a esa gran legión de seguidores, entre los que me cuento, que esperan cada año el estreno de su proyecto de temporada. Y ha vuelto a sorprender por hacer lo que siempre hace: cine con mayúsculas que te hace creerte lo que cuenta, querer vivirlo y sentir empatía por sus personajes. No se puede pedir más a un maestro del séptimo arte que maneja la escena y los tiempos como ninguno. Los estrenos de Woody siempre generan críticas de todos los tipos entre los que le aman y los que no lo soportan... pero no deja indiferente a nadie. Cada estreno las críticas sesudas dicen lo mismo: que se repite, que no aporta nada, que le falta comicidad, que le sobra dramatismo, que si está mayor, que si no tiene nada que contar...CAFÉ SOCIETY nos trae una historia contada con amor para el público que espera sus sentimientos. No engaña a nadie y esa honestidad en un autor de su categoría, se agradece. Cualquier actor adora trabajar con Allen. En esta ocasión vuelve a reunir a un granado grupo de estrellas que se pasean por la trama derrochando arte y amor en un guión lleno de referencias a la historia del cine y arrancando sonrisas y lágrimas de los espectadores. Quiero puntualizar que no es la obra maestra de Woody Allen pero es porque todas lo son. LA ROSA PÚRPURA DE EL CAIRO... MANHATTAN... DÍAS DE RADIO...y ahora CAFÉ SOCIETY... en todas ellas encontramos puntos comunes y mucho amor por el cine.

Sin ser un drama, deja cierto poso triste. Y la trama que en teoría sería dramática, Allen se las idea para convertirla en una comedia, y no puedes parar de reír aunque esa historia esté llena de ajustes de cuentas, asesinatos y cemento rápido. Como en casi todas sus películas mete chistes acerca de la religión en los personajes de los padres de los protagonistas y chistes en plan filosófico entre la hermana y el cuñado del protagonista. La trama principal del joven que se va a Hollywood a trabajar para su tío en el cine y se enamora de su secretaria, aparte que se ve envuelto en un triángulo amoroso, atrapa. Y Kristen Stewart está perfecta como la secretaria enamorada de dos hombres, que como la Ilsa de Casablanca tiene una duda existencial acerca de cual elegir. Claro que esta lo tiene más claro, aunque sean decisiones que a la larga no son las mejores. No porque no sean queridos, si no porque siempre queda la duda del ¿Y si...?. Café Society no defrauda. Lo que me esperaba lo da. Woody Allen en los años 30 con amores y desamores, con jazz y con alter egos, con rubias y morenas. Con buenos actores y con muy buenas frases. Creo que cuando se pone a escribir sus guiones, es cuando mejor se lo pasa Woody Allen. ¿En qué momento después de su muerte nos encontraremos con esos documentos manuscritos descubiertos en el fondo de un cajón del baúl de los recuerdos de Woody Allen?. ¿Dónde radica la diferencias entre las historias escritas por él y los resultados cinematográficos que vemos en la gran pantalla?. Lo ha dicho él y lo sigue diciendo si le preguntan por ello, que sus películas, lejos de colmarle de gusto, son imperfectas o incluso horribles. Más allá de la boutade típicamente alleniana, es en estas últimas películas suyas cuando podría aplicarse lo autodestructivo de forma más correcta. Las películas de los últimos años denotan que Allen sigue teniendo ideas e intenciones, y que títulos como Blue Jasmine o Magic in the Moonlight, me demuestran que siempre un buen guión provoca una buena película.

 

Puestos en materia, Woody Allen visita para la trama de su película el Hollywood de Los Ángeles y el Nueva York en los años 30, y nuevamente demuestra que, puestos a elegir, lo que manda es su amor por la ciudad de los rascacielos. Y la película para mí que gana enteros cuando sucede en Nueva York. ¿Lástima que quizá la parte hollywoodiense se haga un poquito larga?. Hay buenas sub-historias de secundarios (ese hermano gangster, ¡esos padres!)... Y la fotografía de Vittorio Storaro es sobresaliente... quizá absolutamente sobresaliente. Qué razón tiene Woody Allen al afirmar que la vida está escrita por un guionista sádico, probablemente una de las frases más memorables y que mejor definen su cine. Una película que parece conseguir al fin, tras muchos años de espera, un cierto consenso entre sus seguidores y críticos.

Esta puesta en escena de la sociedad que quería estar a la moda en aquella década, se presenta a través de los ojos de un excelente Jesse Eisenberg, capaz de heredar algunos de los tics de Allen, llevándoselos a su propio terreno. El director neoyorkino sin duda ha encontrado en él una versión rejuvenecida de sí mismo. El guión no tarda en desarrollar el habitual triángulo amoroso, visto desde la firma de su autor, rescatando y consiguiendo que nos creamos que Kristen Stewart puede tener más vida más allá de los productos adolescentes vampíricos. La actriz logra componer una adorable personaje, una Vonnie de esas que todos nos hemos encontrado alguna vez en la vida y que, por diferentes razones, nunca hemos podido conquistar.... !!Voló!!... Pero enseguida aparece la que supuestamente es la mujer que vendrá a definirlo, todo ello sin olvidar el gran recuerdo que causa el anterior amor. Su mirada distante en la noche de fin de año lo dice todo, él nunca podrá dejar de rememorarla e idealizarla.

Allen es un ser prodigioso, lúcido, y su inteligencia un arma que apunta y dispara contra todo lo que se mueve con enorme precisión, un bisturí que disecciona a sus personajes con la habilidad de un experto cirujano. Sin aplicar paños calientes deja al descubierto todas sus flaquezas, los conoce profundamente y tal vez por eso también los ama, creando un universo propio, reconocible, pero diferente en cada ocasión. Estamos ante alguien que ha madurado felizmente como los buenos vinos y que, con el trancurso de los años, ha pasado de la comodidad contemplativa del diván a transformarse en un gran fabulador decidido a psicoanalizar a toda una sociedad con humor e ironía ácida y corrosiva. Vuelve renovado con "Café Society", ¿Y qué hace de este filme un hermoso y fascinante espectáculo? Pues, como en botica, un poco todo: imágenes que se suceden vertiginosas sin dar un instante de tregua al espectador; la agudeza de los diálogos a un ritmo desbocado; una ingeniosa estructura de un guión sin fisuras; el gran mérito que supone dotar a una historia de increíble sencillez con la magia de la seducción; piezas de jazz, swing y música de época, elegidas con buen gusto y que suenan sin interrupción e inundan de júbilo cada rincón de la pantalla. Así pues, el incombustible prestidigitador de Brooklyn, ha cumplido acudiendo a su cita anual. Y si este hombre se permite año tras año hacer sencillamente aquello que le viene en gana es porque, cada vez más, un maestro.

 

Woody Allen, nos muestra tal cual es, con mayor sinceridad que nunca, con mayor claridad... Y por ello, gran parte de la película se desarrolla en Hollywood, uno de los ecosistemas menos valorados por el director,  porque necesita una perspectiva desde la que observarse a sí mismo. Por eso no me parece fútil que lo que no sucede en Hollywood acontezca en Nueva York.... Woody necesita también reconocerse a sí mismo.

 

 Con todo, las referencias a películas previas del mismo autor que hemos enumerado más arriba están bastante más deslavazadas de lo que estamos acostumbrados con él. Falta algo así como la lechada que los albañiles ponen a los azulejos para que el conjunto sea más coherente y no parezca el resultado final como un goteo de posibilidades que no terminan de constituir un tono armónico.

 

Constituye Café Society, por lo tanto, un diagrama con dos coordenadas excepcionales, donde van colocados maravillosamente cada uno de los grandes temas del Director..... incluido él mismo.., con el resultado final de ser una obra de estudio digna de un genio:

 

!!!QUE MEJOR LUGAR PARA APRENDER LO QUE ES EL BUEN CINE!!!.

 

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