DRACULA

DE

FRANCIS. F. COPPOLA

 

 

"He cruzado los océanos del tiempo para encontrarte"

 

 

 

Me resulta casi imposible explicar con palabras la opinión que tengo de este film. El lenguaje parece limitado, como si no hubiera suficientes adjetivos para describir semejante maravilla del séptimo arte. O de todas las artes posibles, porque este "Drácula de Bram Stoker", no es sólo una joya cinematográfica; es, sencillamente, una obra de arte y, una obra maestra sin paliativos. Desde el primer minuto hasta el último, Coppola nos deleita con una estética para que la que no hay palabras, imposible de definir en un solo estilo o concepto. Más allá de lo gótico o lo fantástico, la película es un portento creativo a todos los niveles. Que colorido, que música, que paisajes y decorados; que vestuarios, que sexualidad tan brutal, y que sensualidad tan onírica... Viva el exceso y el derroche cuando es este el resultado: un auténtico prodigio visual y emocional que rezuma belleza en cada plano y en cada fotografía, con una potencia iconográfica absolutamente perfecta. Más que perfecta: inolvidable....imposible describir. Ya sólo por Gary Oldman merecería la pena, por Oldman y su Conde Drácula. El mejor y más sublime de los vampiros posibles; puede que también el más sanguinario y el más malvado, a la vez que poético y romántico. Hay que verle, hay que oírle, hay que sentirle. Sólo Gary Oldman podía estremecer con una única palabra: «Elisabeta...» Y de ahí en adelante, una interpretación que es una clase magistral, pura emoción, puro sentimiento, puro terror y pura fuerza, tanto por su imagen como por el fondo. Irrepetible. Inimitable. La escena entre él y Winona Ryder sobre la cama, es de lo más bello que se ha rodado nunca. Viéndola se llega al éxtasis, a la hipnosis, al trance y a las lágrimas... Insuperable. Un lujo para los sentidos, para la mente y el alma. Excelente. No tengo palabras, de verdad. Lo único que puedo añadir es que, pase lo que pase, no os la perdáis.

 

Sin lugar a dudas es la más fiel trascripción de los hechos narrados en la famosa novela de Bram Stoker, de la que respeta incluso la estructura narrativa, compuesta a base de hacer evolucionar la historia a través de su lectura. Sin embargo, la incorporación del prólogo, plásticamente impecable pero inexistente en la novela, en el que se narra el origen del vampiro, para dar una motivación a todos sus actos posteriores, esto es, el amor que el Príncipe Vlad el Empalador, siente por su adorada e infortunada Elisabetta, revivido al contemplar el parecido de ésta con la joven Mina Harker, 400 años después de la muerte de la primera, convierte al Príncipe de las Tinieblas, creado por Stoker, en el protagonista de un melodrama romántico-fantástico. En el film de Coppola, aún fiel a los hechos descritos en la novela, Drácula ya no será la encarnación del mal, el vehículo para descubrir la miseria moral y la hipocresía de quienes le combaten, que tan bien quedó reflejada en la magistral versión de Terence Fisher de 1958, que interpretara Christopher Lee, sino un héroe romántico en lucha por preservar su amor contra el tiempo y contra aquellos que han jurado destruirle. Ni siquiera se puede afirmar que el planteamiento sea original, ya que este giro argumental, un Drácula romántico y seductor, ya fue explorado por John Badham en la versión del vampiro de 1979. A pesar de esa infidelidad al espíritu de la novela, el film de Coppola es excelente, claramente concebido como gran espectáculo visual, un ejercicio operístico donde prima el impacto visual y el exceso, se diría que intenta ser un compendio de todas las aportaciones iconográficas del subgénero vampírico, debidamente aumentadas o enfatizadas.

 

 

 

 

Estos fascinantes hallazgos visuales, unidos a la cautivadora historia del enamorado que "cruzó océanos de tiempo" para encontrar a su amada, hacen perdonar la traición al espíritu de la novela original, en una película que sin duda debiera haberse titulado "Drácula... de Francis Ford Coppola". Filme de belleza exquisita, ambientación neogótica... por momentos casi de atmósfera deslumbrante y embriagadora... Con una musica magistral, que llega a rozar lo erótico y aterrador, aborda la maldad, el bien, la perversión y el amor... todo al mismo tiempo... No tiene ningún encuadre ni escena fuera de lugar. Una obrita maestra que se ha convertido en icono y referente de un tipo de cine visual y sensitivo que ofrece un auténtico paroxismo cinematográfico, revitalizando y reinventando al mítico personaje....¿Fiel a la obra de Stoker o no? ... Ninguna adaptación más fiel. Incluso la supera y amplía, llena las lagunas enormes que aquella dejara sin resolver y muestra los..., digamos, "verdaderos acontecimientos" que rodearon los hechos que Stoker muestra a través de los fríos y conservadores diarios personales de los personajes... El único delito de Coppola habrá sido el de dotar a estos personajes de Stoker con apariencias y fisionomías diferentes a las descritas por el autor, por lo demás, los ha hecho más creíbles y ha agregado en ellos matices más interesantes...

En uno de los pasajes de la novela de Stoker, cuando las novias del vampiro seducen a Johnathan Harker y de repente aparece Drácula, el mismo autor, ¡el mismo Stoker!, anuncia de boca del propio conde:

-"Sí, yo también puedo amar, y amaré de nuevo...".-

Resulta evidente que el propio Stoker sugiere que el personaje del vampiro es más complejo, aunque jamás desarrolla tales posibilidades... Coppola en cambio las sabe aprovechar sugiriendo que el vampiro posee un conflicto esencial que lo ubica en la eterna batalla entre el bien y el mal, entre el odio y el amor.

 

¿Acaso todo el mundo ha pasado por alto pasajes de la novela?... Aquí Stoker deja escapar una auténtica revelación sobre la persona del conde, quizá la única de su propia voz... Pueden retorcerse los críticos ante la herejía de que el conde siquiera piense en el amor... pues que se retuerzan porque el mismo Stoker lo afirma: Sí, Drácula también puede amar, por eso va en busca de Mina...En cualquier caso, esta visión de Coppola, de un Drácula más complejo, es cuando menos mucho más llamativa que el personaje chupa sangre que el cine había construido antes. En 1992 el maestro Francis Ford Coppola sorprende al mundo con el esperadísimo estreno de su versión del mito del vampiro, al que tituló "Bram Stoker's Drácula", y que supuso una tremenda decepción para los aficionados al cine de terror, que esperaban una revolución del género al estilo de lo que supuso para el cine bélico el estreno de "Apocalypse Now". Pero la película que dirige Coppola va mucho más allá. Es una especie de drama romántico con toques de terror en el que el Conde Drácula ansía, por encima de todo, volver a sentir el amor verdadero, ese amor que sintió en su juventud por su joven esposa, que se suicidó víctima de un engaño de los enemigos del Conde. Las escenas y las frases más brillantes del film, como la que dá título a esta crítica:

 

 

 -"...Se puede decir que el hombre más dichoso es el que encuentra el amor verdadero..."-

 

 

Van en ese sentido, y sólo teniendo en cuenta ese punto el espectador acabará apreciando esta película como merece ser apreciada.

Decepción para el que espere encontrar terror en estado puro, al estilo de las también brillantes "El exorcista" o "El resplandor", pero preciosa obra para los amantes del drama romántico, que encontrarán en esta película de Coppola una de los mejores films que se han hecho en ese género Poco que comentar acerca de la aclamada actuación de Gary Oldman, muy bien acompañado por Anthony Hopkins, Winona Ryder, Keanu Reeves, Cary Elwes o Monica Bellucci. Sin el brillante trabajo de Oldman el film no seria el mismo. Y sobre el maestro Francis Ford Coppola sólo lamentar que alguien con el genio suficiente como para dirigir obras maestras del calibre de la trilogía de "El padrino", "Apocalypse Now" o "Drácula de Bram Stroker" o joyas como "La ley de la calle", "La conversación" o "Cotton Club", una mancha en su expediente que se puede perdonar ante la magnitud de los films que realizó....Pero eso amigos míos, son errores que todos los grandes cometieron alguna vez... así es el cine.

 

 

 

 

Es difícil ponerse delante del ordenador a escribir sobre una de las películas que más me marcaron, difícil porque no seré objetivo. ¿Acaso puede alguien serlo cuando ofrece al público su universo más íntimo? Graso error el del cinéfilo que pasa de puntillas por la subjetividad y nos encuadra, por la diagonal, una patada de exposición de hechos sin valoración terrenal de por medio. Y es difícil porque jamás se me había pasado por la cabeza dedicarle un articulo a uno de los puntales del cine moderno más reconocible de los últimos años. Sí, creo que el Drácula de Coppola inaugura una década de cine visual, en donde la forma se confunde con el fondo sin que por ello la obra pierda enteros. Claro que su majestad el señor Francis F., siempre ha sido un adalid de las libertades formalistas, evidencia que no por obvia, aporta ciertas claves para el estudio de su obra. Así, su trilogía de El Padrino... La conversación y Apocalipsis son testamentos muy depurados y de grandísima intensidad narrativa, que si bien sucumben a la hecatombe de la forma, no es menos cierto que en ellas, la forma se confunde claramente con el fondo en un ejercicio estilístico a la altura que muy pocos directores consiguen. Sin embargo, la forma como elemento sentimental, sensorial y sobre todo visceral, encuentra, muy subjetivamente, el punto álgido de la carrera del director en esta película mitológica por excelencia. Y es así, porque los fotogramas de Drácula son, por insólitos y en ocasiones espeluznantes, pequeños lienzos goyescos que transcurren frenéticamente bajo la batuta de unas vías locomotoras que van desgranando las hojas del clásico con abrumadora y tenebrosa exactitud. Son extractos literales que encuentran en la fotografía, el montaje, el vestuario y dirección artística, en el uso del sonido y en la grandiosa música de Wojiach Kylar, la horma de su zapato.

 

Contiene la película unos personajes de perfecta psicología decimonónica que pocas veces han sido tan visuales en manos de un director. Y no me refiero sólo a un Conde Drácula fabuloso, decrépito, revolucionario, sino también a una Mina sensual y desgarrada, una Lucy dolorosa, un Ramsfield alucinógeno y nauseabundo y un Van Helsing endiablado y morboso. Un conjunto de seres que deambulan por los castillos, prisiones, palacios y criptas de la película con perfecta naturalidad contemporánea. Forma, y fondo, juntos en una muestra de poderío visual, sensorial y coherencia que redescubre al Coppola más moderno, más innovador, más talentoso, que demuestra que iba para taquillazo comercial, que lo fue, sin mayores pretensiones, se convierte, por obra y gracia en una obra maestra sin paliativos. Desde cada uno de sus fotogramas desprende una belleza y una perfección difícilmente superables para representar los hechos que nos trae esta revitalizada historia del Conde Drácula. Todos sus elementos técnicos se combinan con esplendor para, juntos, ofrecernos una película que más bien parece un libro de fábulas rescatado de un tesoro del pasado y del que iremos ojeando sus ilustraciones tan elegantemente mostradas, enfrascadas en la gran atmósfera que se logró crear para tan bello y sádico momento. El terror y el amor corren, o más bien huyen de la mano, viéndose representados por la figura del recóndito Conde Drácula, que tras perder en el pasado a su amada tras suicidarse ésta al pensar que su esposo había muerto en combate, logra perdurar en el tiempo y cuatro siglos después, tras visualizar una fotografía de la prometida de su abogado Jonathan Harker, desplazado a Transilvania con el encargo de cerrar unos negocios con Drácula, decide viajar a Londres desde su castillo de Transilvania. Allí conocerá a la esposa de éste, Mina, después de hacer caer sobre la mejor amiga de Mina, Lucy, su sedienta necesidad de sangre.

Desarrollado todo esto de una forma enigmática, que supera lo intrigante para adentrarse en lo terrorífico y mucho después de haber recorrido pasajes llenos de desmesura y erotismo, un equipo encabezado por el el profesor Abraham Van Helsing y Jack Seward, tratarán de averiguar qué es lo que sucede entre tanto revuelo misterioso, intentando buscar una solución para dar fin a los macabros actos que se van desarrollando. Las escenas del film, apoyadas todas en unos efectos de sonido y visuales sorprendentes, pasan sin parar de una a otra cada vez de una forma más singular, dejando a su paso multitud de detalles que serán capaces de hacer las delicias de muchos de los aficionados al género y al buen cine en general. La banda sonora, de gran belleza, no consigue hacerse la auténtica protagonista de la película debido a la fuerza del guión, a veces lírico, a veces más tópico, llevado a los personajes por un reparto que hace su trabajo de forma correcta algunos sublimes. Las interpretaciones sublimes corren a cuenta de Oldman, Ryder y Hopkins, por este orden. Se nota la mano y el saber hacer de uno de los grandes directores de todos los tiempos, el maestro que ha dejado a su paso perlas de cine estiloso y memorable. Con todo esto, decir que estamos ante una muy buena película, que refleja la personificación de las ganas de vivir tras una cortina que esconde un mundo lujurioso, sangriento y demoníaco, oscuro y lleno de misterio que a pesar de lo malvado del conjunto, esconde ternura y justifica una historia del mal, nacida desde lo más profundo del buen corazón.

 

 

 

 

 Poco tardé en ver la que ha sido desde entonces la versión cinematográfica más fidedigna de la novela original....Me gustó más que el libro... HORROR!!!... SACRILEGIO!!!!!... Le gusta más la película que el libro. Señoras y señores, esto del arte, tiene una increíble ventaja: ES SUBJETIVO. Esto es; mis vivencias y mi concepción de la belleza, tanto formal o estilística como conceptual, son diferentes a las de cualquier otra persona. Yo puedo llorar viendo una escena de una película que a otra persona le puede parecer una estupidez. Esto viene a cuento de las muchas críticas que destruyen esta MARAVILLA del cine de los últimos 15 años, argumentando su disparidad de fondo con el Drácula de celulosa. Pues fíjense, aquí creo que reside la grandeza de esta película, y es que es una adaptación, y como tal, el director y equipo técnico del film, ADAPTAN en su sentido artístico la historia original. ¿O quieren ustedes un calco del libro?. De esta forma ganamos dos visiones sobre una única historia. Y cada uno de nosotros podemos elegir cual alojar con mayor cariño en la memoria. A mí me ha ganado la versión de Coppola. Su Drácula capaz de desafiar a su Dios por la mujer amada me parece protagonista de una de las historias mas escalofriantemente hermosas de la historia del arte, tanto escritas como filmadas. Y el que no pueda conmoverse con el mensaje que se nos entrega al final, !el amor es nuestra única salvación!, es que, simplemente, no lo está viendo desde la misma óptica que los miles de personas que adoramos esta versión. En cuanto a la película en sí, qué puedo decir:... !!!!BRUTAL !!!.... a todos los niveles, con una dirección artística próxima a la filigrana.....TODO, junto a un Gary Oldman que con este Drácula simplemente es de otra galaxia, SUBLIME ACTUACIÓN DESDE EL PRINCIPIO AL FINAL, capaz de destilar por su rostro tanto amor infinito como odio, celos, ansias de venganza y esperanza. Los demás actores soberbios: Anthony Hopkyns, parece más malvado que la criatura que persigue y las actrices Sadie Frost y Winona Rider, extraordinarias al darnos esa versión menos decimonónica y sensual de sus personajes. Sólo me sobra Keanu, firme aspirante a convertirse en el nuevo icono del hieratismo facial....Pobre, hoy en día sigue sin cambios destacables.

Este film ha dado una explicación romántica a la transformación del conde: de humano a monstruo de las tinieblas, haciéndole un ser mucho más seductor y pasional que el del libro. La diferencia entre ambos personajes reside básicamente en el móvil que motiva a cada uno: el conde de la novela de Bram Stoker es un ser con un único objetivo, un objetivo meramente gastronómico, el de alimentarse de la sangre de hermosas doncellas, y es un ser que está desprovisto de cualquier emoción; sin embargo, el cometido del vampiro de Coppola no es sólo nutricional, es, además, sentimental, psicológico y personal.

 

FRANCIS F.COPPOLA, SOBRE LA PELICULA:

 

 Hacer justicia al complejo personaje de Drácula fue uno de nuestros objetivos principales. Ha sido retratado como un monstruo o como un seductor, pero el conocer su biografía me hizo pensar en él como un ángel caído, como Satán. La ironía es que él era el campeón de la iglesia, el héroe que con su sola mano detuvo a los turcos, y entonces renunció a Dios porque su esposa era una suicida y se le negaba el entierro sagrado. Cuando los grandes caen, se convierten en los demonios más poderosos. La relación del hombre con Dios es sacramental; se expresa a través del símbolo de la sangre. Así es que cuando Drácula rechaza a Dios, la sangre se convierte en la base de todo tipo de sacramentos profanos en la historia: bautismo, matrimonio, y Misa...La sangre es también símbolo de la pasión humana, la fuente de toda pasión. Creo que ese es el principal subtexto de nuestra historia. Intentamos representar sentimientos tan fuertes, que pueden sobrevivir a través de siglos, como el amor de Drácula por Elizabeth. La idea de que el amor puede conquistar a la muerte, o algo peor que la muerte, que ella puede de verdad devolver al vampiro su alma perdida...Usualmente Drácula no es más que una criatura reptiliana en una película de terror. Quiero que la gente entienda las tradiciones históricas y literarias que hay tras la historia. Que vean que bajo el mito del vampiro hay en realidad asuntos humanos fundamentales que todos sentimos y conocemos... Incluso si la gente de hoy no siente una relación sacramental con Dios, creo que pueden entender cómo mucha gente renuncia a sus lazos de sangre con la creación -con el espíritu creativo, o lo que sea- y se convierte en muertos vivos. El vampiro ha perdido su alma, y eso le puede pasar a cualquiera

 

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Una de las mejores películas de Drácula de la historia, por no decir la mejor. En mi opinión, es una adaptación perfecta de la obra de Bram Stoker. En esta película vemos cómo progresivamente se produce una humanización del personaje de Drácula, mostrándonoslo como un villano con matices, mientras que los cazadores de Drácula como Johnathan Harker o Abraham Van Helsing terminan perdiendo parte de su humanidad en la lucha contra el Rey de los vampiros. La dirección de Francis Ford Coppola es sublime, tan buena que consigue repartir los distintos personajes, de forma que no tenemos únicamente a uno o dos personajes que catalogar como protagonistas, sino que funciona como una película coral donde todos aportan. Creo sinceramente que era la mejor manera de adaptar la novela de Drácula, que quizá sea una de las primeras novelas río de la historia. En lo referente a las actuaciones, Johnathan Harker es encarnado por Keanu Reeves, que lo hace bastante mediocre... Por desgracia, su personaje, que en un primer momento parece que será el protagonista, acaba perdiendo bastante protagonismo. Wynona Rider está fabulosa como Mina Harker, la prometida de Johnathan, encarnando a la que sin lugar a dudas es su mejor papel en el cine. Anthony Hopkins interpreta de manera sublime al cazador de vampiros Abraham Van Helsing, dotándolo de un carisma y una vitalidad increíbles. Aunque sin lugar a dudas, quien se come la película es Gary Oldman encarnando a Drácula de una forma absolutamente increíble, tanto en su forma de anciano conde como de extranjero seductor. Una pena que este actor esté tan infravalorado en Hollywood porque por esta película debería haber ganado el Óscar. De hecho, creo con toda probabilidad que Gary Oldman es uno de los tres mejores Dráculas de la historia, por encima de Bela Lugosi y Christopher Lee....En definitiva una joya del cine.
 

 

Francis Ford Coppola demuestra que entendió a la perfección el texto de Stoker y a la sociedad y época en que dicha obra nació, y es capaz de adaptarla de tal manera para que todos podamos comprenderla fácilmente. Por fin se hizo un Drácula de verdad, puesto que a lo que el cine nos tenía acostumbrados era un simple monstruo que intentaba causar miedo. Pero Drácula no es miedo, es horror. Y no es un monstruo, es una bestia. La película es tan fiel al libro que hasta comienza siendo contada en forma de diario, como en la novela, donde los personajes principales van plasmando sus pensamientos y vemos cómo van siendo dominados por Drácula. En la novela hay dos personajes muy interesantes un poco dejados de lado en la película, que son Jonathan Harker y Renfield. Sin embargo en la película cobran importancia otros personajes como Lucy, que aparece impresionante en la escena de su muerte. Esa escena debería pasar a la historia del cine.... Este film es un orgasmo. Es el punto más alto al que podrá llegar nunca Drácula en el cine. Nunca se podrá hacer una película mejor sobre este personaje. Consigue hipnotizar al espectador como lo haría el mismo Drácula para hacerle creer que Drácula no es un monstruo, aunque lo vea convertido en murciélago gigante, decrépito o lleno de ratas, sino un pobre hombre que ansía poder darle uso a su corazón, poder amar. Si la obra de Stoker parecía mermada y consumida en un ligero olvido, el señor Coppola dio una gran lección al mundo, aceptando un guión arriesgado en el que se desmontaba una obra conocida por todos y revisada desde los viejos años '20. Una vez más el maestro dejó boquiabiertos a público y crítica. Sin necesidad de rebuscar demasiado Coppola nos muestra a un legendario estereotipo del terror, machacado obviamente por la historia, añadiéndole una gran causa humana como motivo primordial de su angustia y furia. Aquel vampiro ya no buscaba sangre fresca sin ton ni son, sino que reniega de Dios de una forma heroica. Así se crea un espíritu que intenta demostrar que las bestias no son tan bestias vistas con los ojos de aquellos que, en que vez de prejuzgar, son capaces de observar el verdadero alma de aquellas criaturas que incluso nos parecen temibles y condenables...Drácula deja perplejo desde el primer instante que entra en escena por su admirable credibilidad.

Gran trabajo también de decoración, que se mezcla increíblemente fácil con la cámara y los juegos de sombras y colores. En éste sentido la obra parece adquirir casi un punto de genialidad, que por otro lado no sorprende demasiado viniendo de la mano de Ford Coppola y su equipo. Un final bastante previsible, como ya lo es en la novela de Stoker, pues a pesar de la gran imaginación que demostró el autor en la versión literaria, también deja entrever que la forma de la misma es demasiado recta y predecible. Por tanto, y sin que sirva demasiado de referente. Drácula nos demuestra que se puede (aunque nunca jamás a la ligera) mejorar una historia sobre la que se ha hablado y escrito desde hace décadas y sobre la que se presumían ideas concebidas ya. Sin embargo al hallar el fondo y alma del propio Drácula se consigue una visión inédita hasta la fecha y así se consigue con un simple cambio, ver donde antes se veía un monstruo ahora un caballero y donde tantos veían un corazón incapaz de amar, otros tantos vieron un corazón que palpitaba con tesón dentro de un ser imperfecto. Pero desengañémonos ya, él tampoco vivía en un mundo perfecto. En la película se nota esa tendencia, pero esta vez Coppola apuesta sobre seguro y elige como materia prima de guión una novela consagrada y que nunca había sido fielmente trasladada al cine. La historia de amor, siendo el cambio más discutible y trascendental respecto de la novela, hay que reconocer que ha funcionado. La gente recuerda esta película por ese romance trágico. Una nueva visión de Drácula, igual de cruel que siempre, pero capaz de amar, mostrándonos un personaje humanizado, con dos caras, tan apasionado como desalmado. Es un cambio polémico, pero versiones de Drácula hay muchas, ¿qué más da una más? Es cierto que en el resto de la trama adapta bien la novela, y eso puede frustrar a los puristas con una sensación de oportunidad perdida..

El 13 de noviembre de 1992 se estrenó en los cines la adaptación de la leyenda de Drácula del escritor Bram Stoker. Si bien Francis Ford Coppola figura como director y Gary Oldman como protagonista, pero fue Winona Ryder la principal gestora de la producción. La adaptación cinematográfica de la novela de Bram Stoker cumplió 25 años... Un filme que ha sido alabado usando la dirección de Francis Ford Coppola y la actuación de Gary Oldman como principales argumentos. Sin embargo, quien es considerada la co-protagonista, fue mucho más que una “actriz” como aparece catalogada en los créditos. Un reportaje de Vanity Fair registra un dato respecto al rol que jugó Winona Ryder, más allá de su personaje Mina Hanker. Ryder tenía 19 años y películas como Beetlejuice, Heathers y El joven manos de tijeras....cuando llegaban a la actriz a diario 10 guiones. De estos, fue el escrito por James V. Hart el elegido: para la adaptación de la novela de Bram Stoker. La actriz concedió a Francis Ford Coppola el cargo de director, y Ryder se comprometió a tomar el papel de Mina, Columbia accedió a financiar el proyecto. Los nombres de Keanu Reeves y Gary Oldman también fueron sugerencia de la joven, quien injustamente no figura en los créditos como productora.

 

- " He cruzado océanos de tiempo para encontrarte..."-

 

El amor es lo único que da razón de ser a la tan atormentada existencia del empalador y el único sentimiento capaz de redimir su culpa y librarlo de su maldición. Ese es el mensaje real, que existe un amor tan profundo capaz de conmover al que se supone personificar el mal absoluto y capaz de hacerlo obrar a su merced con tal de poseer a Mina, la reencarnación de la amada Elizabetha. Este "Drácula" de Coppola es, en mi opinión, la mejor película sobre este famoso vampiro realizada hasta la fecha, y ya goza de cierto status inamovible en el altar de las grandes películas de la historia del cine. Y es que todo en este "Drácula" es espectacular: el reparto, la música, la fotografía, los decorados, el vestuario, incluso los efectos especiales que, pese a no ser técnicamente perfectos, dan al resultado final cierta poesía propia de un cuento de hadas de tintes góticos. La película entera es una obra de arte, cine puro y un estallido de color que a todos los que amamos el cine no se nos puede olvidar y quedarán para siempre en la memoria. Son tales los aciertos de esta película que para muchos Drácula ya siempre será ese viejo de dos moños vestido de rojo y que parece deslizarse a ras del suelo...Una maravilla....De esta manera, solemne y magistral Coppola nos cuenta y deja claro en el prólogo que la historia irá mucho más allá que la de un ser con colmillos que busca jovencitas atractivas para calmar su sed. Con una puesta en escena hipnótica cuyo goticismo irradia una belleza surrealista cautivadora que acompaña de manera igualmente excepcional la banda sonora, traduce el misticismo de Drácula y lo reduce a una historia de amor atemporal en el que la disección de los personajes será crucial para entender los puntos de vista expuestos. Jugando con la ambigüedad, el director presta atención a los detalles que definen a sus protagonistas, haciendo que no sean tan nobles en sus causas, sino que actúan en base a sus intereses e inquietudes. Así la mujer es el eje central de la trama, no supone sólo la motivación, sino que es la conclusión, el centro de gravedad de la historia, ellas son las razones, tienen el control sobre el hombre como macho de la naturaleza, a los cuales guiará al destino por ellas escogido. Mina es la razón que Drácula busca para ver sentido a su existencia, la creencia en que el tiempo es una entidad cíclica que da pie a segundas oportunidades, “océanos de tiempo”, esperando esa oportunidad a la que finalmente sucumbe y resigna. Un cuento macabro, lleno de belleza transmitida a través de imágenes con magia.

 

 

 

De otra parte, Coppola no teme introducir en la historia una clara alegoría acerca de la sexualidad reprimida. No es nada forzado si se piensa en las connotaciones metafóricas del vampirismo y la sangre. A nadie se le escapa el papel sumiso de la mujer en la sociedad victoriana, reprimida en sus impulsos por una férrea educación religiosa y moral. El desconcierto de Mina y Lucy al observar un Kamasutra se opone a las lúbricas apariciones de las vampiresas. Dicho de otro modo, cuando Mina huye de su prometido para arrojarse a los brazos del Conde, escapa también de un futuro gris, de toda esa muerte espiritual y pasional que le aguarda. Paradójicamente, para ella la verdadera vida se encuentra en la no-vida que el vampiro le ofrece. Pero quizás el homenaje más llamativo de la película sea  la elaboración de efectos especiales. Coppola quiso hacer uso de todos los trucos tradicionales del cine clásico en el centenario de su nacimiento, una tarea titánica que acabó con parte del equipo de especialistas en la calle. Recurriendo a maquetas, juegos de espejos, un espectacular maquillaje y otros trucos no digitales se consiguió una recargada atmósfera barroca y en ocasiones operística. Podemos ver algunos de estos primeros inventos en esa escena -completamente inexistente en la novela- en la que el Conde visita el cinematógrafo... La analogía entre vampirismo y cine es hermosamente precisa: Al igual que el vampiro, el cine tiene algo de sobrenatural, reproduce la vida pero la deforma, hipnotizando a quienes lo contemplan. Coppola dirige una película excelente, que hasta sus escenarios, destilan el aura siniestra y tenebrosa de la historia. Hay dos papeles que yo, personalmente, considero inamovibles: Herr doctor Van Helsing, interpretado por un excéntrico Anthony Hopkins que lidera la cuadrilla de cazadores con el carisma que tiene su completísimo personaje y Gary Oldman, que sobran palabras y faltan adjetivos. Es sencillamente el mejor Drácula que he visto.

 

Desde que el cine es cine, el mito de Drácula ha sido revistado cientos de veces por producciones de variada calidad, y el personaje ha sido interpretado por actores que han dado cara al conde y han entrado en el "Hall of Fame" del celuloide gracias a ese papel. Habría que sumarle Gary Oldman, el Drácula de Coppola. Un Drácula totalmente distinto a lo que el cine nos tenía acostumbrados hasta entonces: el vampiro sanguinario, sin escrúpulos y sin mayor interés que chupar cuellos delicados de féminas desvalidas. Este Drácula tiene motivaciones más humanas para hacer lo que hace, pues recorre "a los océanos de tiempo" en busca del amor perdido. Ésa es su maldición, representada en la hermosísima introducción en la que Coppola juega con los colores, las luces y los contrastes. Bien es cierto que el filme bebe de la fuente de Bram Stoker directamente, pero Coppola se tomó la libertad de hacer la película algo más comercial inventándose una historia de amor que no aparece en la inmortal novela. Drácula se transforma utilizando sus poderes para conquistar a Mina Harker, Winona Ryder en el mejor papel de su carrera, y el amor que se profesan entre ellos alcanza cotas de pasión inauditas. Es un Drácula "light", más inteligente y menos violento, que conquista al espectador no sólo por mostrarse como un ser maldito víctima de una traición de Dios, sino por Gary Oldman totalmente metido en su papel, dándole pasión, elegancia, teatralidad y dramatismo. Ese fantástico prólogo que nos presenta Coppola no aparece en el libro. Por más que desde el título el director nos diga que estamos ante una versión fiel de la novela, lo cierto es que se permite tomar muchas licencias poéticas. Y lo hace de una manera brillante, en pos de construir una historia que no es una película de terror, es una tragedia romántica teñida de roja, un melodrama. Sobre dos seres que se amaron y no pudieron estar juntos, y nunca van a poder estar. “Te amo demasiado para condenarte” le dice él imposibilitado de morderla, porque no puede condenarla a una eternidad sin aliento y sin sol. Pero ella no se siente viva, quizás producto del hechizo en que cae, le pide, “Llévame lejos de toda esta muerte”.  La sensualidad no sólo radica en el contacto que tienen en la cama, cuando la hace beber de él…no sé si hay escena más erótica para quien escribe… Sino en momentos tan pequeños como una mirada en medio de la calle, o las caricias conjuntas a un lobo. Además, Gary Oldman, es un actor que en todas las películas que ha protagonizado, sobre todo en LAS HORAS, puede provocar tantos sentimientos que sería impensable enumerarlos, actualmente es uno de los mejores actores de la Historia del Cine.

 

NOTAS DE INTERÉS SOBRE LA PELICULA.-

 

El presupuesto de la película fue de 50 millones, uno de los más altos de la época.

Tres oscars consiguió la película: Mejor edición de sonido, Diseño de Vestuario y Mejor Maquillaje.

 La película tenía una duración de 145 minutos, pero se cortaron las escenas violentas y quedó en 120 minutos. Las versiones en DVD muestran ahora las escenas eliminadas.

 La película supuso la vuelta al estrellato de Francis Ford Coppola, después de algunos tropiezos.

 Hopkins estudió alemán para el personaje de Van Helsing.

 Oldman copió el acento de un vecino suyo de la infancia. Era del Este de Europa y así creó la forma de hablar para el personaje.

 La sangre de la película es en realidad gelatina de fresa.

 Gary Oldman se metió en exceso en el papel y para ello no dormía, ni comía. Beber, sí bebía y se dice que en la escena de la cuchilla ensangrentada la rodó completamente borracho.

 

 

 

 La sangre es vida, pero ¿qué vida es una vida sin amor?...

 Sin duda esta película es una de las historias más románticas que ha dado el cine....

 Al fin y al cabo es una historia sobre el amor eterno.

 

 

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