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LAUREN BACALL

El rostro de puro cine

 

 

 

 

 

 

 

 

Se dicen muchas cosas de los actores de cine, sobre todo en el cine clásico que abarcó una de las épocas mas florecientes en la Meca del Cine, es mi debilidad, puedo escribir sobre lo que me proponga y mis seguidores lo avalan, pero la sensación que me invade cundo comienzo un articulo dentro de aquellos años, no tiene adjetivo concreto, pudiera llamarlo: Obsesión, que no lo es, pudiera denominarlo amor, que lo es y mucho, pero creo que lo honesto sería confesar que soy un sensible adicto a todo lo que sea clásico en la cinematografía, como también puede serlo en la música o la pintura..¿Antiguo?.. creo que me fascina esa definición, porque en el túnel del tiempo se quedaron muchos de mis sueños, noches pensando en los héroes que poblaron las pantallas de los cines, por eso me enorgullezco de mis textos, volver mil veces sobre ellos y demostrar que estoy vivo, y eso solo lo comprenderán los que se llaman amantes del cine.. El clasicismo es mi razón de sentarme a escribir, porque después de dos obras de teatro, y un guión inacabado....Mi corazón me lleva ahora directamente a ese lugar que yo bauticé como Manderley, en honor al film Rebecca, y que es un mausoleo-jardín donde guardo, como el hijo de Kate Hepburn en DE REPENTE EL ÚLTIMO VERANO, los objetos, los colores, y los momentos mas importante de mi vida. Raras veces extraigo de él toda la verdad, pero es mi caja de pandora y donde puedo prodigarme como escritor...es una burbuja totalmente intransferible. Dentro de ese mausoleo, uno de los rostros mas enigmáticos vagan por él, su seda a veces se engancha sobre rosas rojas y sangra... pero siempre sale radiante, insultantemente bella y erótica como la propia Afrodita. Me refiero a Lauren Bacall, ella me dejaba sin aliento cuando resplandecía en pantalla, cuando silbaba como Pepito Grillo al lado de un actor, que mas que un actor, a mi siempre me pareció el anuncio del dolor de estomago. Lauren era bella, sus ojos brillantes e insinuantes, que anulaba a todo aquel que compartía sus interpretaciones.  Lauren dijo en una ocasión algo muy elocuente y divertido:

 

-" No se por que me dicen que mis ojos se clavan como dardos, he intentado practicarlos con muchos hombres que me interesaban, pero nunca hizo falta, ya los tenían clavados antes de yo lanzarlos "

 

 

En Lauren Bacall se conjuntan sangre polaca, germana y rumana, por parte de padre y madre. La separación de éstos la llevó a vivir con su madre en Manhattan, donde se inició su interés por la danza y el periodismo. Atraída por el mundo del cine, cursó estudios en la Escuela de Arte Dramático, teniendo que trabajar de noche como acomodadora de un cine para poder vivir. La aparición de su fotografía en una revista, cuando trabajaba como modelo, hizo que los productores de Hollywood repararan en su peculiar rostro y en abril de 1943 superó la prueba que hizo el realizador Howard Hawks para la protagonista del film TENER Y NO TENER, junto a Humphrey Bogart. Lauren Bacall siempre fué una de las grandes damas del cine negro, con un encanto indiscutible en su primera etapa como actriz, que marcó el género con su presencia junto a Bogart. Rápidamente se la identificó con el sobrenombre de "The look". Midiendo 1,69, con una voz de tono sensual, que ella afirma no advertir nunca, fue catalogada, para bien o para mal durante un tipo como la viuda de Bogart, representando un tipo de mujer que suscita la admiración más que el deseo. Su éxito profesional se cimentó en lo que se denomina "estilo": En la década de los 40 creó un patrón de la belleza femenina, basado en su tremenda elegancia y en el decidido encanto de su erótica sonrisa.

 

 

Lo más probable es que también recuerde a Bogart al escribir sobre Lauren, sin ser un actor que admire... Su físico, su forma de interpretar, su escasa sonrisa, sus modales y ese rostro que parece reflejar un dolor constante de estomago, siempre me pareció anti-cinematografico. Imagino el encuentro que tuvieron como lo describe Lauren Bacall en su autobiografía: Aquel día en que se encontraba en su camerino y de pronto entró Bogart, le dijo "Buenas Noches". Él estaba a sus espaldas y ella se peinaba frente al espejo. Empezaron a bromear y, súbitamente, Bogart se agachó, tomó el mentón de Lauren y le dio un beso. Acto seguido, de la bolsa de su gabardina, sacó una cajita de cerillas y, tímidamente, le pidió que anotara su número de teléfono. "No sé por qué lo apunté" - recuerda la actriz- . Tal vez porque era parte de un juego extraño que se iniciaba entre ambos. Con el tiempo, se supo que a la que realmente amaba Bogart era a Verita Thompson, quien jura fue el amor de su vida. Esta mujer se dedicaba a hacer pelucas y afirmó que cuando se conocieron, en 1943, él tenía 43 años y estaba prácticamente calvo. Por lo tanto, había sido contratada por los estudios para que se ocupara de las pelucas del artista. No le gustaba nada ponérselas y Verita le decía:

 

- "Te ves fatal sin tu peluca, pareces un viejo"-

 

Esta forma sincera y directa de hablar le fascinó a Bogart y se enamoró de Verita, que tenía 23 años.

 

- "Nos parecíamos tanto, nos gustaba beber, navegar en su velero y comer frijoles. Yo era la única persona que podía competir con él para beber. Además, yo era la única que sabía qué bisoñé le convenía más para su físico. Esto, para cualquier hombre calvo, no tiene precio"-.

 

 Lauren Bacall fué una mujer que decía todo lo que pensaba, no tenia reparos en contar las cosas mas atrevidas, y a veces empleaba un lenguaje soez.:

 -"Una mujer no está completa sin un hombre. Pero ¿dónde puedes encontrar a un hombre, un hombre de verdad en estos días?, Encuentra un hombre con el que este lo suficientemente interesante para cenar y yo seré feliz. Pero no puedes empezar a preocuparte por lo que va a suceder. Tienes que obtener espástica suficiente como para preocuparse por lo que está sucediendo ahora. Mi imaginación está en lo más alto que una cometa puede volar. Pienso que tu vida se muestra en tu cara y debes estar orgulloso de ello. Mirarse a sí mismo en un espejo no es exactamente un estudio de la vida. Soy un ser especialmente solitario-"

 

Recuerdo una de las películas que la pareja hicieron juntos: TENER O NO TENER, donde Lauren está deliciosa, ella le dice:

 -“Conmigo no tienes que fingir. No tienes que decir nada. Si me necesitas, silba. ¿Sabes silbar, no? Juntas los labios y soplas”-.

 El día que contrajeron matrimonio, Bogart le regaló un silbato de oro, con una frase grabada al dorso: 

-“ Si me necesitas, silba”-.

 

 

 

 

Cuando Lauren Bacall, que aún se llamaba Betty Joan Perske, comenzó las pruebas para el rodaje, estaba tan nerviosa que para minimizarlo se presento presionando su barbilla contra el pecho y mirando hacia arriba, consiguiendo sin pretenderlo el efecto de una mirada penetrante. Esta expresión entre descarada y cínica, fue conocida como “la mirada” y se convirtió en su marca registrada. El director de la película, Howard Hawks cuanta que Boggie, se enamoró del personaje que ella encarnaba y así tuvo que seguir interpretándolo el resto de su vida, le gustase o no. Siempre fueron una pareja dispar; el mismo Bogart decía de si mismo que tenía una fealdad viril, pero lo cierto es que, físicamente era de baja estatura, lo que le obligaba a utilizar alzas, tenía rasgos angulosos y una cicatriz en el labio que no le permitía moverlo del todo. Cuando empezó ya era mayor y usaba sombrero para tapar la calvicie. Por el contrario Lauren había sido portada de Harper´s Bazar, era rubia, alta y delgada, poseía un porte y una elegancia naturales y tenía tan sólo diecinueve años. Cuando se conocieron, Bogart contaba con 45 y gozaba ya de cierto prestigio, en el terreno personal, contaba ya con tres divorcios en su haber. A ella le encandiló la seguridad en si mismo del actor y la personalidad que éste escondía, firme y de fuertes convicciones. Lejos de la imagen de duro que daba para el cine, Bogart era un hombre atento y cariñoso, criado en una familia de la que decía que un beso se convertía en todo un acontecimiento, estaba deseoso de llevar una vida tranquila y familiar y por él Lauren, no tuvo reparos en espaciar sus rodajes, a fin de pasar mas tiempo en casa con su marido y sus hijos. Él, por su parte, amó en Bacall su carácter  y su personalidad dotada de una distinción innata, sus elegantes maneras para nada afectadas y el magnetismo que emanaba de la actriz, que conseguía atraer como un imán a todas las personalidades de su entorno. A pesar de sus diferencias físicas tenían muchas cosas en común, algunas bastante curiosas, como la voz cuyo tono ronco y grave dio nombre al síndrome Bogart-Bacall, que consiste en una fatiga de la voz, ronquera o dolor de garganta y que se produce entre personas, generalmente actores o cantantes, que fuerzan la garganta para imitar precisamente este tono grave y sensual que en los dos actores, era natural. También tenían la misma ideología política, ambos eran comunistas y encabezaron junto a otros actores y directores de Hollywood, la lucha contra el McCarthysmo. Por todas sus semejanzas que al final eran más que sus diferencias, su unión fue feliz y duradera y sólo terminó con la muerte de Bogart debido a un cáncer de esófago. Su matrimonio duró trece años y tuvieron dos hijos.

 

 

-“Del mundo del cine sólo conocía a Bette Davis y Leslie Howard...Estuve enamorada de él, pero, por desgracia, no llegué a conocerle. Ella era, a mis quince años, la personificación de la perfección, una gran intérprete, toda coraje dramático, predestinada a la tragedia, de ingenio burlón, todo lo que debía ser una actriz; y cuando hacía novillos me pasaba el día sentada en un cine viendo entre sollozos Amarga victoria, o Jezabel, o La solterona, mientras fumaba, me gastaba el dinero en un paquete entero, así que tenía que acabármelo. En casa lo tenía prohibido, por supuesto, y me ponía malísima de tantos cigarrillos, intentaba comprar productos para disimular el aliento a tabaco, que en mi caso me permitía ocultar el vicio ante mi madre y el tío Charlie, pero una mañana al acercarse para darme un beso antes de irse a trabajar me preguntó:

 -¿Has fumado?

 -Por supuesto que no -respondí- y acto seguido se fue derecho a mi madre para comunicarle que estaba convencido de que fumaba, de modo que fueron a verme los dos y me encontraron en la cama, temblando.

 -Sabemos que has fumado, se te nota en el aliento.

 -" Había fallado por primera vez. Hecha un mar de lágrimas, confesé que sí, había fumado, ¡pero no lo volvería a hacer! Perdonadme, por favor.-"

 - " Más te vale no volver a hacerlo -replicó mi madre-. Una chica de tu edad, qué asco. ¿En qué pretendes convertirte? ¡Las jovencitas de quince años no fuman!

 - "Santo cielo, ¿cómo iba a sobrevivir a aquella humillación? Me pasé varios días con el rabo entre las piernas. Charlie y mamá me olisqueaban a diario tratando de detectar rastros de la funesta hierba. Fue mi primera confrontación con el síndrome de Sam Spade. ¿Cuándo iba a ser mayor de una vez, para independizarme y tener libertad para hacer lo que me viniera en gana? ¿Cuándo iba a poder vivir sola? La pureza de la educación judía, las restricciones con las que había que cargar en la vida para ser buena judía era una pesadez. Para hacer honor a ese título, yo cumplía todos los requisitos, tu madre, tu abuela, tus tíos te inculcaban desde pequeñita que las buenas judías no fumaban, que no eran unas frescas, eran rectas.-"

  

 Y además había tenido la mala pata de ser alta, desgarbada, no se enteró de que era como un potrillo hasta que lo dijo un crítico, con los pies grandes, plana como una tabla de planchar, demasiado joven a los quince años para haber acabado el instituto, demasiado inexperta, tímida, y le daba miedo pensar en lo que tendría que hacer con un chico el día que por fin saliera con uno. Para Lauren Bacall aquello duró muy poco, se independizó, conoció a Bogart y comenzó a vivir a su modo. No he conocido, salvo Kate Hepburn, una actriz que disfrutara haciendo lo que le venia en gana. A lo largo de su carrera ha rechazado muchos papeles que luego se arrepintió, a vivido con quien quiso, al enviudar cuentan los muchos romances que invadieron su vida, algunos muy conocidos, otros quedaron en el tiempo y ella se encargó de introducirlos en esa caja de truenos que muchos periodistas quisieron abrir, sin conseguirlo. Lauren para mí es una mezcla explosiva entre Kate Hepburn, Bette Davis y la Verónica Lake de sus mejores tiempos, sus recursos son pura magia, verla en pantalla es todo un espectáculo, y aún ahora, con una madurez serena, su presencia en la pantalla es gratificante, no existen mas ojos que para ella. Una prueba fehaciente de lo que digo es EL AMOR TIENE DOS CARAS, donde obtuvo el oscar a la mejor interpretación secundaria. Como buen mitómano deseo que la tengamos unos años mas, estoy seguro que Lauren nos sorprenderá nuevamente, ella es así....como un largo y espectacular sonido, desterrado de un silbato de oro.

 

 

Ella es un mito eterno, inteligente, elegante, lúcida y sigue brillando en pleno siglo XXI. Pero detrás de la leyenda viva del Hollywood clásico se esconde una mujer, una actriz insegura y frágil, que tardó en encontrar su sitio. Su mejor arma: el sentido del humor y una mirada que nos hace retroceder en el tiempo. Podía hablar largo y tendido sobre Lauren, de sus amistades e influencias, del cariño que profesaba a sus compañeros y en especial a Marilyn Monroe, de la que siempre tuvo las mejores palabras, de sus ideas políticas que tantos problemas le trajeron a lo largo de los años, pero es obvio que el solo nombre de LAUREN BACALL, a todo aquel que sienta aunque sea una milésima de amor por el cine, conoce los senderos que tuvo que recorrer hasta vislumbrar Manderley. Solo con el film ESCRITO SOBRE EL VIENTO, Lauren Bacall se tiene merecido un lugar en el crepúsculo de los dioses. Es una película que difícilmente he podido olvidar...¿circunstancias personales?...¿Poder entrar en un cine donde se proyectaba un film para mayores?... ¿El atractivo de los actores?.... No lo sé, tal vez de todo un poco, pero nunca podré desechar la presencia de Lauren, en una cuota de gran brillantez alcanzada de la mano de Douglas Sirk... Una joya de la que hablaré despacio mas adelante.

 

Deseo insertar una interesante entrevista que le hizo la escritora Elvira Lindo, leyéndola se tiene una imagen que nos acerca a la realidad de lo que era como mujer, esposa, madre y actriz, este mito enorme del cine, entrevista que la misma periodista no ha podido olvidar a pesar de transcurridos unos años.

 

 

 LA ENTREVISTA:

Año 2005

 

 

 A la emoción de ver en persona a la señora Bacall se une la posibilidad de traspasar los muros del edificio Dakota, así llamado porque cuando fue construido se encontraba tan a las afueras de Manhattan que la gente ironizaba con la lejanía del edificio señorial, más cerca del Estado de Dakota que del corazón de la ciudad. El Dakota es hoy, una de las paradas obligadas de los turistas. No hay visitante que no desee hacerse la foto en el lugar donde John Lennon fue asesinado; no hay cinéfilo que no recuerde la película de Polansky: LA SEMILLA DEL DIABLO, en la que el caserón cobra la importancia de un personaje más. Para los neoyorquinos, el Dakota es uno de esos edificios del lado oeste de la ciudad que albergan a demócratas con dinero, que hacen cuantiosas donaciones para las campañas electorales. El Dakota y El San Remo, son testigos de la vida de artistas millonarios dispuestos siempre a arrimar el hombro por una causa progresista. La belleza no está exactamente en el edificio, que tiene las pretensiones de un afrancesamiento postizo que a veces los norteamericanos entienden como distinguido, sino en el lugar en el que está ubicado: la calle 72 y Central Park West, enfrente del parque, y en el barrio con más carácter de la isla.

 

 -" Me dijeron que la señora Bacall está esperando, así que subo en el ascensor hasta el cuarto piso, un cubículo forrado de madera que tiene algo del aire entre terrorífico y cómico, como en la película de Polansky. Me siento en el sillón del ascensor y todo cruje, es un sonido bastante teatral.-"

 

 -" Mrs. Bacall acabará dentro de unos cinco minutos su sesión fotográfica - me dice su secretaria-. "Siéntase como en su casa". Me siento en el sofá con la pretensión de que la secretaria vea que esperaré discretamente, pero en cuanto desaparece me levanto como si tuviera un resorte. ¿Cómo estar sentada en la habitación en la que la señora Bacall ha vivido los últimos 30 años? La arquitectura tiene un aire europeo, parisiense, como de principios de siglo: grandes escayolas, techos altísimos. Si no fuera por la ventana inmensa que parece meter Central Park en el cuarto podría pensar que estoy en ese París del que Bacall se considera hija adoptiva. Quiero aprovechar los cinco minutos al máximo y me acerco a las pinturas. Dos preciosos dibujos de Calder, pequeños paisajes y retratos de animales como del XIX. Libros por todas partes, el desorden propio de la gente que disfruta de la casa y de la vida; los ingobernables enchufes y cables de detrás de la tele, los sillones cómodos de terciopelo ajado y, sobre todo, la gran pared, esa gran pared en la que los retratos de los amigos se disputan el sitio. Me da la risa de la emoción. Sé que estoy atrapando un recuerdo que será para siempre. Las fotos no son las típicas de estudio, son las fotos familiares; pero en ellas distingo la sonrisa de David Niven, una de Marilyn, las de los dos hermanos Kennedy, el rostro algo circunspecto de Howard Hawks, la cara de su hijo Steve –tan parecido al padre–, y, de forma recurrente, los rostros queridos de Spencer Tracy, de Katharine Hepburn, con dedicatorias cariñosas que indican una vida de amistad y recuerdos comunes, de tardes de fiesta y de esas otras tardes más sombrías en las que la pareja iba a diario a visitar al amigo Boogie, que se moría poco a poco de un cáncer de pulmón sin dejar de tomar su Martini y algún que otro cigarrillo. Hay un dibujo, como un autorretrato de la propia Hepburn, felicitando a la Bacall por un premio. Pienso que se trataría del Tony en la época en que las dos actrices pisaron Broadway, en una edición en la que las dos optaban al galardón.

 

 

-"Es difícil moverse por la sala sin que el suelo de tarima se chive de todos mis movimientos, así que voy recorriéndolo de puntillas, con miedo a resbalarme en este suelo traicionero de tan pulido, y como si hiciera algo prohibido, con algo de la comicidad de los satánicos personajes de La semilla del diablo. A punto estoy ya de abrir alguno de los cajones cuando una voz tan grave que parece la de un hombre me da un susto de muerte a mis espaldas. Ella. Es ella. Hace la entrada de las grandes estrellas. Alta a pesar de sus años, de espalda ancha y recta; esa elegancia innata que lo supera todo, hasta ese atuendo casero con el que me recibe: pantalones cómodos, camiseta, sandalias deportivas. Viene con una perrilla de ojos saltones que me ladra con la furia de los perros pequeños. “Venga, Sophie, no te enfades”. Yo le dejo la mano para que me conozca. La olisquea y, viendo que soy una más de las admiradoras de su dueña, salta al sofá para sentarse a mi lado.

 

-" No veo fotos de Humphrey Bogart.-"

 

-" Bueno, las fotos de Boogie están en la otra habitación. Soy cuidadosa. Comprenda que tuve otro marido, otro hijo, y no me parece correcto.-"

 

-" Mi otro marido fue Jason Robards, un gran actor al que todo el mundo, menos yo, le atribuían cierto parecido físico con Bogart. Sí... se dijo mucho, pero no se parecían en nada. Él tuvo que vivir con la sombra de Boogie. Yo, en cambio para la prensa, era siempre la viuda de Bogart -".

 

 

-" Robards no nos roba ni dos minutos de conversación. Se nota que Bacall se cuida mucho de no menospreciar al padre de su tercer hijo, aunque en las memorias está describa con una elegancia no exenta de sinceridad la pesadilla que supuso la convivencia con este hombre atractivo y alcohólico que podía convertirse en un ser muy desagradable, olvidadizo de sus obligaciones como padre y esposo. Fueron, dice Bacall, los únicos años de su vida en que le falló el sentido del humor. Hablamos de su libro de memorias. Es un libro que tiene un enorme valor, el de testimonio de la época más glamourosa del cine, pero también de algo que resulta particularmente atractivo para el lector: la verdad de la vida de una mujer que a los ojos de los espectadores gozaba de un universo fascinante; que poseía una especie de audacia sexual muy excitante para la época, una especie de aplomo, de seguridad en sí misma, un atractivo cargado de inteligencia. El interés del libro es que descubrimos en él a una mujer inocente, terriblemente dependiente del cariño de los hombres, y eso es algo que parece no cuadrar con la imagen de los personajes que encarnó. Si hay algo que la presencia física de Lauren Bacall no despierta es compasión: nunca fue ese tipo de actriz proclive a que le dieran papeles de muchacha desasistida, que inspira instintos de protección; al contrario, ya desde su primer filme, la sensación que provocaba era la de ser la nena lista, la que se las sabía todas, la que había tenido ya muchas experiencias románticas.-"

 

-"Sí, eso es increíble, pero es así. En realidad, todo fue una invención de Howard Hawks; él vio que mi cara tenía carácter, incluso se negó a que me retocaran las cejas y me arreglaran los dientes; él me quería exactamente como era. Me dijo que aprovechara mi voz, que nunca subiera un tono para hacerla más aguda, que eso nunca sería atractivo. Por otro lado, aprendí a bajar la cabeza para que mis ojos se abrieran más, y enseguida se hizo popularísima esa forma que yo tenía de mirar a Bogart. Ahí es cuando empezaron a llamarme La Mirada. Pero yo…, yo no era más que una chica de 18 años, una chica a la que su familia en pleno despidió en un restaurante de Broadway que todavía existe, Lindy’s, y que tenía que dar cuentas, como buena chica judía, de su comportamiento. Es verdad que yo me enamoraba muy rápido, incluso estuve perdidamente enamorada de Kirk Douglas cuando estaba estudiando interpretación a los 16 años, pero no pasó de ahí. Yo llegué virgen al matrimonio-"

 

-"¿Y eso era habitual entre las chicas de Hollywood?-"

 

-" Bueno, yo creo que ellas andaban más ocupadas que yo.-".

 

-" El hecho de que usted hiciera películas tan memorables hace que se la relacione con Hollywood, claro, pero usted es tremendamente neoyorquina-"

 

 -" Es que Hollywood no significa nada. ¿Qué es Hollywood?. una industria, nada más. Yo viví en California 15 años, pero mi sitio es éste… Además, Boogie odiaba Hollywood; odiaba aquel ambiente de los estudios, el negocio. Casi todos sus amigos eran escritores, eso era curioso. A él le aburrían mucho los actores, siempre mirándose el ombligo, siempre hablando de sí mismos. Había excepciones, claro; tuvimos amigos maravillosos, como Spencer, Katie o David Niven, pero él prefería la compañía de escritores. Él me enseñó mucho, mucho, sobre nuestra profesión, sobre cómo uno debía ser honesto. Imagínate qué suerte tuve al tener como amigos a personas que sin él nunca hubiera conocido, porque Cole Porter, Faulkner, Hemingway, Spencer Tracy, James Cagney…, ellos eran de su generación, no de la mía. ¿No crees que he sido muy afortunada por poder codearme con toda ese gente? Boogie siempre decía que el mejor actor del mundo era Spencer Tracy, y el que tenía más carácter, James Cagney. Me acuerdo de una noche oyéndoles hablar a los tres. Fue la única vez que recuerdo que Katie y yo estuviéramos calladas. Nos sentíamos felices.... ¿De qué hablábamos?-"

 

-" De su inocencia.-"

 

 

-" Tenía una familia que me respaldaba. Mi madre se vino conmigo un tiempo durante el rodaje de Tener y no tener. Boogie, por entonces, estaba casado, con muchos problemas con su mujer, que era alcohólica. Me llamaba a las tres de la madrugada y me decía: nena, te espero en tal esquina de tal calle, y yo me ponía los pantalones encima del camisón para salir corriendo. ¿Es que no es excitante? Entonces, mi madre, mi maravillosa madre, salía de la cama y me decía: “Pero ¿dónde te crees tú que vas con ese hombre que tiene 25 años más que tú?”. “Mamá”, le decía yo, “tengo que ir, yo le quiero”. Ella decía: “Te perderá todo el respeto”. "Pero él me quiere, mamá",  yo le gusto mucho”. Entonces, mi madre, gritándome, me contestaba: “Pero cómo no te va a querer, hija mía: tienes 19 años, eres bonita; a ti te quiere todo el mundo”. Mi madre era fantástica. Todos los días me acuerdo de ella. Puedo recordar, como si fuera ahora, el día en que se vieron por vez primera Boogie y ella en una habitación de hotel en Los Ángeles. ¡Qué tensión, Dios mío! Pero luego mi familia lo admitió y le quiso muchísimo, porque Boogie no era un vividor, no era un hombre frívolo; se había casado tres veces, sí, pero era porque había tenido mala suerte. Cuando vinimos por vez primera a Nueva York le presenté a mi familia y se quedó exhausto, me dijo que nunca había conocido a nadie que tuviera tanta familia. Él era el tipo de hombre que cuando ama a una mujer se casa ella; él era leal, serio. Me decía que tuviera cuidado con la atracción que sintiera por otros hombres. Me decía: es normal que eso ocurra en los rodajes, que surjan tentaciones; pero siempre hay que sopesar el valor que tiene tu vida privada, si te merece la pena poner en peligro lo que quieres. Luego he pensado que tal vez se sentía inseguro. Eso fui descubriéndolo poco a poco. Era una persona tan extraordinaria que no podías conocerla de golpe.-"

 

-"¿Y ahora?-"

 

-"¿Ahora? Tengo una buena vida. Tengo tres hijos, nietos. Mis hijos son gente seria, con buenas parejas, que cumplen con su vida. Y tengo a Sophie, mi mascota, que es una gran compañera. Bajo al parque a pasearla, aunque ahora me he torcido un tobillo y no puedo moverme. La gente me saluda, sí, esas señoras que te agarran del brazo cuando hablan contigo, que es algo que no puedo soportar -".

 

 

A pesar de mi aturdimiento,  escucho su risa... la risa grande, fresca, de una de esas mujeres a las que me ha gustado conocer, ahora parece que el cine es algo cercano, ¿o son ellos, solo algunos, los que nos lo hacen diferente?. Lauren Bacall es una actriz que puede acaba de vencer con todo...

 

 

 

Extraordinaria entrevista de Elvira Lindo, estupendo espejo donde la periodista nos ha reflejado mejor que todas las películas, la personalidad, su amor eterno, la calidad humana, su sentido del humor y nos ha abierto de par en par una puerta donde hemos traspasado para conocer mejor a toda una gran dama del cine y el teatro. No podía olvidar lo que ya apunté un film que considero clave en su filmografía, y al que por muchos motivos tengo un amor especial. Y quiero dejar constancia de ello en este articulo. Douglas Sirk ha sido el gran maestro del melodrama. Conjugaba la suprema elegancia y estilización formal de sus Films con la pasión, a la hora de plasmar las emociones y sentimientos del ser humano. Nadie como este director de origen alemán para dar categoría a un genero del que se ha perdido la formula mágica, ¿o tal vez el talento de cómo realizarlo?. ESCRITO SOBRE EL VIENTO, supuso un descubrimiento y a los cuatro interpretes, en aquellos años derrochaban ese halo mágico que en el cine siempre me hechizó. El argumento es sencillo, y planificado de forma atractiva: La relación del hijo de un rico magnate del petróleo, con su mejor amigo, de origen humilde, se torna tempestuosa cuando ambos se enamoran de la misma mujer, una Lauren Bacall esplendida. Historia de amores, celos y pasiones desatadas; de amistad y renuncia; de deseo, frustraciones y fracaso... Sirk nos subyuga desde las impactantes imágenes de ese deportivo amarillo que circula a gran velocidad, conducido por un borracho Robert Stack, con las que comienza el film, y que enlazan con la elegante presentación de todos los personajes. Un largo flashback, que nos lleva de nuevo al presente, y que encuentra su dramático desenlace en el poderoso clímax final, son las líneas maestras de la atrevida estructura narrativa del film. El soberbio guión, una puesta en escena abarrocada, potenciados por la fotografía, de Russell Metty y la partitura de Frank Skinner, que nos envuelve con la canción “Written on the wind”, que abre y cierra el film, compuesta por Víctor Young, transforman una historia desbocadamente melodramática en fotogramas que son historia viva. Capitulo aparte merece la soberbia interpretación de todos los actores, maravillosamente dirigidos, desde un Rock Hudson, que sortea con brillantez los peligros que tiene su personaje, para mi el menos creíble del film, y alrededor del cual revolotean los demás, la majestuosa interpretación de Lauren Bacall, alejada del cliché interpretativo de sus Films al lado de Bogart-, y con especial mención para la interpretación que del atormentado Kyle Hadley hace un Robert Stack sensacional, y para la interpretación, que de la pasional Marylee Hadley hace una Dorothy Malone sin posible comparación, que al igual que Rock Hudson y Robert Stack siempre estuvo impecable bajo la dirección del maestro alemán.

 

 

 

Lauren es la vieja escuela, es el aire de un Hollywood que ya no existe y con solo contemplar sus cansados ojos maduros, podemos imaginarnos el glamour, el fulgor y el misterio de aquellos actores y actrices que pasaron por su vida, danzando alrededor de los enormes decorados de unos Estudios que construían y destruían vidas, como si una pieza mas del atrezzo se tratase. Lauren compartió su vida con seres muy similares, de características afines a ella, pero moldeados con fibra de algodón y Hollywood tenía el fuego permanentemente encendido.

Solo ella podía traslucir esa fuerza, tal vez trasmitida por su intima amiga: Kate Hepburn y en ese escudo ha vivido todos estos años, siendo una de las actrices mas respetadas del panorama cinematográfico mundial.

 

 Rostro de puro cine

 

 

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