COMENTARIOS

A

mailto:cineparaiso2@gmail.com

 

 

 

LAURENCE OLIVIER

SU DOBLE VIDA

 

 

 

 

 

Cuando vi por primera vez a Olivier en Spartaco, sentí algo que no puedo explicar, tal vez este corto articulo, lo defina mejor que yo.

 

El actor inglés sir Laurence Olivier estaba “perseguido por sus demonios” como suele ocurrir con los genios, según su viuda, Joan Ploywright. Entrevistada por la BBC, Ploywright aludía así indirectamente a los rumores según los cuales el famoso intérprete de Hamlet y Ricardo III, entre tantos otros personajes, tenía inclinaciones bisexuales. Una biografía de Olivier publicada el año pasado incluía detalles sobre una supuesta aventura homosexual con el también actor Heny Ainley durante los años treinta. Asimismo han corrido rumores sobre un supuesto “affaire” con el actor cómico Danny Kaye, con Brando y muchos mas. Olivier fue un actor inglés que participó en 120 obras teatrales, 60 películas y 15 series de televisión. Se casó con 3 actrices: Jill Esmond, Vivien Leigh y Joan Plowright. Biógrafos como Terry Coleman se han encargado de narrar los encuentros pasionales que el actor tenía con actores como Danny Kaye y Heny Ainley estando casado. Además, en una entrevista con la BBC, Plowright dijo que Olivier tenía ‘impulsos’ sexuales por otros hombres que a veces controlaba y otras veces no.

 

 

 

 

Preguntada por la supuesta homosexualidad del que fue su marido durante veintiocho años, Ploywright contestó: “no creo que haya necesidad de defender su memoria. Sus actuaciones, su grandeza de artista están ahí”. Un genio como Olivier “no lleva una vida normal. Tiene comportamientos extremos que hay que comprender, y hay que buscar la manera de que sus demonios no acaben con una”, explicó la actriz, según la cual “él a veces luchaba contra ellos y a veces no”. Olivier y Ploywright se conocieron al coincidir en 1957 en el teatro londinense Royal Court cuando el actor estaba aún casado con la actriz Vivien Leigh. Según Plowright, la inestabilidad de Leigh, víctima de fases maniacodepresivas, fue un problema al principio para su relación con el actor al que acababa de conocer. “Esperamos, dijo Plowright a la BBC, porque no queríamos forzar a alguien con un problema de ese tipo a cometer algún acto violento. Vivien Leigh cambiaba continuamente de parecer. Un día decía que aceptaba el divorcio y al día siguiente pensaba lo contrario. En la década de 1960 dirigió la England's National Theatre Company y cerró su carrera como director con El príncipe y la corista, una comedia con Marilyn Monroe como protagonista y él como partenaire; y Tres hermanas, una adaptación del clásico de Antón Chéjov. Además intervino como actor en películas entre las que destacan Espartaco, donde dio vida al cónsul Craso y fue dirigido por Stanley Kubrick; El animador, de Tony Richardson; Las sandalias del pescador, con Anthony Quinn o El rapto de Bunny Lake, de Otto Preminger. Tras conseguir todo tipo de honores y ser un mito del teatro británico, en los años 1970 y 1980 se limitó a hacer papeles secundarios en películas de renombre como La huella, en la que tiene un enorme duelo interpretativo con Michael Caine, con el que segun compañeros de plato, tuvieron mas que amistad....Marathon Man de John Schlesinger o Los niños del Brasil de Franklin J. Schaffner, inquietante película sobre el doctor nazi Joseph Mengele (interpretado por Gregory Peck), en el que interpretó a un cazanazis.... (inspirado en Simon Wiesenthal).

 

    ¿Qué es en el fondo actuar sino mentir?, ¿y qué es actuar bien sino mentir convenciendo? Un actor debe ser capaz de crear el universo en la palma de su mano y en su vida privada, dejarse llevar por los deseos, es como mi frase en Spartaco...¿Dime Antonino, que te gustan mas los caracoles o las ostras?...Frase que según estudiosos en la materia no figuraba en el guión... A lo que el esclavo no supo responder a su amo,"

    Laurence Olivier

 

 

 

 

En los años 1970 protagonizó una serie de películas para televisión, entre las que sobresale Amor entre ruinas con Katharine Hepburn, por la que ganó un premio Emmy, y la miniserie Jesús de Nazaret, donde encarnó a Nicodemo, logrando destacada labor. Casado en segundas nupcias con Vivien Leigh, con quien mantuvo una relación tormentosa, se divorció para casarse con la actriz británica Joan Plowright. Al morir Leigh, Olivier se encontraba en el hospital afectado por cáncer de próstata, pero al ser avisado de la noticia sobre su exesposa pidió el alta voluntaria y acudió inmediatamente a su lado. Él mismo relata en sus memorias que permaneció junto al cuerpo de Leigh a solas «pidiéndose perdón por todo el daño que se habían hecho». Siempre la recordó como el gran amor de su vida.

 

El pasado 8 de julio hizo medio siglo que se fuera de este mundo una de las más grandes luminarias del cine: Vivien Leigh. Había muerto todavía joven, con cincuenta y tres años, víctima de una tuberculosis, que se le había detectado a comienzos de la década de los 40. Su nombre ha vuelto a recordarse estos días porque el próximo 26 de septiembre la casa Sotheby´s va a subastar alrededor de trescientos objetos, que estaban en posesión de sus tres nietos. De los lotes, el más valioso es una antigua vivienda de la actriz, situada en el suroeste de Inglaterra, Wiltshire, (que es donde vivió con su primer marido Herbert Leigh, un abogado del que utilizó su apellido para su carrera artística) valorada en cerca de tres millones de euros. Los interesados podrán pujar por muchas joyas que luciera Vivien Leigh, como un broche de diamantes y un anillo de oro con su nombre y el de su segundo esposo grabados; muchos vestidos, cuadros firmados por ella, fotografías, un diario donde contaba sus múltiples problemas mentales, un ejemplar de la novela "Lo que el viento se llevó", con dedicatoria expresa de su autora, Margaret Mitchel…Vivien,  fue protagonista de dos películas que son ya historia del cine, merece recordarla, y que le valieron sendos Oscar por su espléndida interpretación: la antes citada Lo que el viento se llevó, en el inolvidable papel de Escarlata O´Hara, emparejada con Clark Gable, y Un tranvía llamado deseo (que primeramente representó en Broadway), en aquel personaje de Blanche Dubois, enamorada de Marlon Brando. La vida personal de Vivien Leigh no puede entenderse sin los dos decenios largos que convivió con su segundo esposo, el grandísimo Olivier, temiendo plena libertad ambos cónyuges.... Vivien comento en sus últimos días, que Olivier solía alejarse de ella y pasar días fuera del hogar… La fama y ¿por qué no?, también el escándalo salpicaría su densa carrera en los escenarios, donde llegó a actuar en ciento veinte obras. En el cine no revalidó la misma gloria, pero obtuvo su correspondiente popularidad, como contaremos.

 

 

 

 

Spartaco, como menciono anteriormente, no pudo estrenarse en su totalidad en 1960. A consecuencia del Código Hays, normas estrictas sobre lo que podía mostrarse en pantalla, que adquirieron un tono moralmente conservador durante la llamada Caza de Brujas de Hollywood en los años 50, una de sus escenas más míticas se quedó fuera del montaje. Se trata del momento en el que Craso, el personaje a quien dio vida  Olivier, le pregunta a su sirviente, interpretado por Tony Curtis, por sus preferencias sexuales. Por muy metafóricas que fueran estas palabras, la referencia a la bisexualidad Olivier se hacía bastante obvia, por lo que los censores no pasaron la escena por alto. Y es que en el Hollywood clásico incluir una mínima connotación que se saliera de la moral tan cerrada de aquel entonces era totalmente inaudito, por lo que la película tuvo que prescindir del metraje donde ocurría este diálogo.

 

 

Sin embargo, 30 años después del estreno, la aparición de este material descartado en el archivo de Universal Pictures motivó a recuperarlo e incluirlo en las nuevas copias y remasterizaciones de Spartaco. Pero había un problema aparentemente irresoluble, un contratiempo que gracias a una habilidad interpretativa de Anthony Hopkins pudieron solventar, cuando en 1991 se consiguió el negativo con la escena descartada, el material estaba dañado y la pista de audio no se podía recuperar. La única solución que había a la vista era reconstruir los diálogos doblando a los personajes de Craso y su sirviente con las voces de sus intérpretes originales. Pero, mientras que Tony Curtis estaba disponible y perfectamente dispuesto a realizar la labor, Olivier había muerto en 1987, tres años antes de que se encontrara la escena. El problema no parecía tener solución fácil, puesto que introducir una voz ligeramente diferente a la del actor podría hacer que el nuevo doblaje no se sintiera nada natural junto al audio original del resto de la película. Sin embargo, como bien recogió Kirk Douglas en su libro de memorias Yo soy Espartaco, la viuda de Olivier, Joan Plowright, propuso al estudio una idea que resolvió el contratiempo. Y es que Plowright señaló que Anthony Hopkins, actor que había mantenido una buena relación profesional con él, sabía imitar a la perfección a su marido.

 

 

 

 

 

 Otra leyenda dice que su amigo David Niven le sorprendió, desnudo en la piscina y besando a Marlon Brando. Que los dos mejores actores del mundo, se hubieran liado más que una cuestión de verdad o leyenda, parece un sueño erótico con el que dormir todas las noches..... Sólo el Cielo lo sabe... Olivier es de esas personalidades tan fuertes, de tantísimo alcance, pero rodeadas irónicamente por un enigma, por la verdad de que nunca se le conoció en absoluto como persona. Qué querían, qué deseaban, hacia dónde se dirigían; ni los que estaban a su alrededor podrían contestar... Pero hay un lapsus en la biografía de este gran actor... Su relación con otros hombres.... No es un invento mio, porque se supo de sus amores encubiertos con el actor cómico norteamericano Danny Kaye. Y tomando por testigo a Enrique Herreros (hijo) en su libro de recuerdos, " A mi manera "... ofrece detalles de cómo una noche, ya casi madrugada, descubrió en un tugurio de Nueva York al gran actor británico acercándose a un joven negro, con el que salió del local abrazados y en actitud nada dudosa de la condición sexual de ambos. Honesto sin duda en su conducta, llegó a escribir en el original de sus memorias esa inclinación suya también al mundo gay, pero su última esposa impidió que esas confesiones salieran a la luz.

 

 

 

 

 

Vivien y Laurence se encontraron por vez primera en un estreno teatral.... Amor a primera vista............. Ella continuaba casada con el abogado bastantes años mayor, y él como siempre sucedió en sus tres enlaces, con una actriz, Jill Esmond, con quien tuvo un hijo, Tarquin. Sus respectivas parejas no cedieron cuando los dos les pidieron el divorcio, así es que se fueron a vivir en pecado hasta que en 1940 tanto el señor Herbert Leigh y la señora Jill Esmond dieron su brazo a torcer. Ese mismo año Vivien y Laurence se dieron el sí en una ceremonia civil celebrada en California, a la que asistieron apenas media docena de personas invitadas, como el galán Ronald Colman y la actriz Katherine Hepburn. Hasta que en 1961 se divorciaron, aquellos dos monstruos de la escena, y ella desde luego una estrella y a su vez extraordinaria actriz, protagonizaron no pocos episodios de éxitos en el arte de Talía, y algún fracaso sonoro también, como cuando ella hizo de Julieta y él de impecable Romeo en Broadway y perdieron hasta el último dólar que tenían. Claro está que en la gran pantalla lograron una repercusión mundial. A ella le sucedió –queda corroborado- con Lo que el viento se llevó. Curioso resulta evocar que al leer en Londres tal novela se dirigió inmediatamente a su agente para que contactara con el productor David O. Selznick y le permitiera interpretar nada menos que a Escarlata O´Hara. Actriz y productor no se conocían personalmente. Pero Selznick no se equivocó al elegirla. En cambio ella porfió también para ser Rebeca, que al final hizo Joan Fontaine, junto a Olivier. Quien también la hubiera querido a su lado en Cumbres borrascosas, otro éxito taquillero de Hollywood. Condensar sus éxitos y sus pasajes amorosos precisarían cientos de páginas, como ya existen para curiosidad de sus admiradores. Cabe sólo recordar el gran suceso que supuso para Laurence Olivier protagonizar y dirigir El príncipe y la corista. El publico llenó miles de cines de todo el mundo. Era fascinante aquella pareja: un excelso actor de imponente cultura, dicción, presencia y sabiduría y una "glamourosa" Marilyn Monroe. Le dedicó él, nada más conocerse, un montón de piropos en multitudinaria rueda de prensa: adorable, ingeniosa, divertida y por supuesto seductora. Y hasta llegó a plantearse tener amores con ella, fuera del estudio. Finalmente, al concluir la película, quedó derrengado, atacado por los nervios que le suponía esperar dos horas hasta que ella acudiera al rodaje, o emplear la mayor de su paciencia en rectificar las frases de la estrella, corregir sus continuos errores, aguantar en segundo plano que los fotógrafos lo postergaran ante la exuberancia de Marilyn, algo incontestable desde luego. Pero a Olivier, fuera de Inglaterra era un desconocido, incluso en los Estados Unidos, El príncipe y la corista lo elevó a la categoría de un mito del momento en la pantalla.

 

 

 

Laurence Olivier ha sido descrito por diversos medios especializados en el cine, tanto por las escuelas de actuación como en la opinión de los propios actores y del público, como el más grande actor de la historia.La manera en que Olivier abordaba cada papel en el que trabajó era minuciosamente elaborada, donde cambiaba de apariencia, tono de voz y movimiento de cuerpo. Su propia descripción fue «trabajar desde el exterior hacia dentro»;

O lo siguiente:

 

 

!! Nunca podré actuar como yo mismo, tengo una doble vida aquí y en los escenarios....deseo una almohada, una nariz postiza, bigote o una peluca, para poder ser irreconocible..!!

 

 

mailto:cineparaiso2@gmail.com